miércoles, 4 de enero de 2023

Nueva elegía urbana

 

Permite que me duerma sobre el césped
lejano del jardín ya clausurado
que yo llamé alegría...
(Arturo Maccanti)
 
 



No sé si volveré desde esta tristeza
a mirar los lugares que frecuentabas por la tarde,
si podré escribir sobre la imagen de tu vuelo
ahora que no la reconozco
en las mismas mareas que remontamos,
ahora que estoy perdido en una nube que no sueña
como un espejo roto que se ha quedado sin luna,
como una mirada que no puede ver la aurora por el llanto,
un candelabro sin luz en un pasillo sin ventanas.

Porque la ciudad se ha ido alejando de nuestros pasos,
las calles ya no tienen la misma dirección
que tuviera la alegría
y el viento parece soplar siempre del Este
con el ritmo espeso y anodino de los poemas mutilados
entre la sombra entrecortada
de una carta de amor que no encuentra
sentimiento en el remite y un corazón de papel
con su ruido de cristal entre los cortes de la tierra.

Caminamos por aceras
que ya no levantan la voz de una memoria
entre los pétalos de los claveles macilentos en las rejas del pasado,
entre los navíos que buscan la sangre
renovada y esparcida en los rumores de otros atracaderos.

Unos versos caídos en el alma de la noche
me recuerdan la soledad del mundo cuando no estás,
la tristeza de una sonrisa que no encuentra tus labios.


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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.