jueves, 12 de enero de 2023

Cartas a Simón y a Miguel. El Nobel de Dylan


    Sé que no soy humilde, Simón, que no lavaría los pies a unos rudos pescadores previendo la noche más larga, pero prefiero ser como soy y no intentar reflejar lo que no tengo como esos fariseos que abundan en la Red, aquí radica la razón principal de que haya abandonado foros y milagros y haya vuelto a mi isla. Cada uno tenemos unas circunstancias específicas y lo importante es vivirlas con sinceridad aunque sea luchando contra ellas. Soy tan vanidoso como cualquier hijo de vecino y aun sabiendo lo que dijo el inmortal payador perseguido no suelo liberarme de la impresión subjetiva porque pienso, no sabría decirte el por qué, que lo bueno que debo hacer en esta vida estaría siempre por llegar.

    Sé que nunca seré un buen maestro porque ignoro como he llegado adonde estoy, vivo aislado en una ciudad en la que Occidente agoniza y en donde el Atlántico y el Mediterráneo se besan, la montaña que más quiero está en territorio marroquí pero sé que ella no lo sabe cuando me mira. La sociedad conservadora de este enclave no me perdona que haya sido pobre y me queden ganas de perseguir con empeño a la pobreza, hace tiempo que murió el arroyo de mi niñez pero sigo escuchando sus latidos.

 

21 de junio de 2017

 

     Para el imaginario popular el Nobel es una especie de Campeonato del Mundo de cada una de las disciplinas en las que se otorga. Mi desdén por este premio en Literatura ( ha sido concedido a algunos de los grandes escritores de nuestro tiempo; Hemingway, Camus, García Márquez, Vicente Aleixandre...) viene dado por las veces que ha premiado a escritores mediocres, cuando no malos, o por el empecinamiento en premiar a aquellos que se expresan en inglés.

    El Dylan que murió en 1976 es uno de los grandes poetas del siglo XX. Fue un cronista valiente e iluminado de las miserias de su país (quizás la universalidad sea su carencia más notable), dejando que otros hablaran de sus logros. Sus versos han sido amplificados, como los de Cohen, Brel o Sabina, por el milagro de la música y la aceptación popular a pesar de apoyarse en un lenguaje metafórico, cuando no críptico, digno de estudio.

    Creo sinceramente que, a pesar de los que pusieron el grito en el cielo al que los pájaros están encadenados, el Nobel ha ganado más que Dylan con esta, para algunos, extraña decisión; la paciencia de la que no anduvo muy sobrado en su época de esplendor lo corroborará. El tiempo está de su lado.

 

19 de marzo de 2018

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.