Van rodando
los coches monótonos sin pausa.
Enfrente, en
el puerto,
el edificio
blanco juguetea con el agua.
Las farolas
no tienen otra luz que el silencio.
Ha pasado el
amor, como tú, como el agua,
como todos
los días que estuve en este muro,
pienso que
infranqueable, pienso que indefinido.
Porque a
todas las nubes les dije que te amaba
y ninguna de
ellas me trajo una respuesta.
Ya sé que
infranqueable, ya sé que indefinida;
ningún coche
es el tuyo, ninguna luz se detiene.
Poema escrito hace unos veinte años. Siempre estuve orgulloso de él. Los demás no comprendieron nunca el por qué, tampoco yo comprendo las causas por las que muchos se sienten orgullosos. Es una cruel paradoja, pero me empeño en hacer aquello que me hiere y que, hasta ahora, no me ha dado ninguna satisfacción, aunque sí algún que otro desencuentro.
para recuperarme tengo la cobardía
de aquellos que conversaban conmigo en el pasillo
de las ejecuciones
y que nunca quisieron saber que les decía,
ya que, a veces, cortaban flores para el verdugo.
(fragmento)
Porque con la arrogancia de celebrar la vida
se estrechan los caminos, se pierde la frescura,
tomaron de mí más, mucho más, de lo ofrecido,
más de lo aconsejable, más de lo deseado
y ahora tengo que abrir un muro de silencios
para desenvolverme entre la indiferencia
de aquellos que alguna vez me amaron.
(fragmento)
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.