miércoles, 7 de enero de 2015

Encuentro casual




Me llaman calle,
me subo a tu coche,
me llaman calle de malegría,
calle dolida, 

calle cansada de tanto amar.

(Manu Chao) 


La vigilia asomaba al callejón de los huecos
y tú aparecías al mundo de los tristes
con tu rebeca abierta al frío de febrero,
¿Por qué tanto castigo, tanta inseguridad?
Tus amigos no estaban,
o amigos no tenías.
Tus amantes querían el calor de otro sueño,
suena el acordeón, sigue la misma lluvia.

Y tú 
¿qué será de tu bolso, de tu falda,
de tu rimmel corrido, de tu melancolía,
de tu acento de trapo que destroza mi lengua,
de lo que llaman vida y escapa en un sollozo?

Quieres sentir tu noche, no saber que te llamas
Erica, Paula, nadie,
que duermes cuando rugen los soles en las frentes.

Vives para el recuerdo de lo que deseabas,
aquí, en el país
de los grandes poetas,
nadie recita un verso sabiendo quien dejaba
el alma en cada nota, y quien por disfrazarse
retenía tu oído en la escollera.

Era lo imprescindible aquello que nos falta;
cantemos la belleza
de tus piernas mojadas por la lluvia que llora
en un corral de sordos que escuchan tus latidos,
navegan por tu pecho de un blanco adolescente,
en un puerto sin clase, sin gusto, sin criterio
que encalló en los escombros, cantemos al amor
que queda en tu sonrisa.

Y nunca me preguntes que sentí aquella noche
cuando bajo la lluvia
llorando me alejaba.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.