en las palabras que pueblen estos labios
donde otrora cantara el ruiseñor de Keats.
Esperáis gemidos en el aliento, y el aire,
el aire de la música que expira
para cubrir mi rostro,
para representar
lo que no he sido
y habéis guardado de mí.
Pero yo os diré que persisto,
que este dolor y esta soledad que muestran
las afiladas garras de su ausencia,
podrán vivir en mí y atormentarme,
alterarán mi voz y apagarán mis ojos.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.