5
Déjame
respirarte
en
la última tarde
que
no tengan tus ojos
vestigios
del amor.
Déjame
ascenderte
en
mi delirio alado,
para
que pueda ser
albatros
en tu risa.
No
he perdido la llama
oscura
de tus labios,
no
he perdido tu pelo,
no
te he crucificado.
Sigo siendo el camino
donde
encontré tu huella.
Son
tan largos los clavos,
tan
frescas las espinas.
6
Cuando
lleguen los lirios
que
crecen en tu valle.
Cuando
brote en el aire
la
llama de tu boca,
yo
te querré vivir
como
si hubiera sido
este
muro un dolor,
capricho
de mis dudas.
Para
amarte encontraría
una
guitarra en el cielo,
ingenuas
citas de muerte
enredadas
en tu pelo,
para
tenerte y no verte,
para
perderte de nuevo,
como
te quise, ¿no ves
que
no llego a comprenderlo?
7
Quiero
besar tu frente
aún
tibia y dolorida
cuando
caiga el último
resplandor
en mi huerto.
Quiero
tocar el verde
silencio
de tu olivo
hasta
ser sólo mía
el
alma de mi queja.
Aún
me quema la sangre
que
arranqué en tus espinas,
aún
me duele tu nombre,
aún
surco tu calvario.
Quiero
tocar el verde
silencio
de tus ojos
entre
los azahares
blancos
que se me alejan.
Apártame
tus ramas,
amor,
cuando
quieras dañarme
y
no encuentres castigo.
Apártame
tu pelo
cuando
pienses atarme
a
la esquina del sueño
y
una cuerda no encuentres.
¿No
ves que estoy llevando
la
cruz de tu mirada
por
otros derroteros
que
tú ya no conoces?
Aún
espero que vuelvas
con
aquella caricia
que
dejaste en mi frente
y
en el viento de Marzo.
Aún
tengo que empezar
mi
itinerario abrupto,
aún
estoy en tu huerto
y
bebo tu amargura.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.