domingo, 4 de enero de 2015

Misticismo laico - Miércoles de cenizas.(III)

5

Déjame respirarte
en la última tarde
que no tengan tus ojos
vestigios del amor.

Déjame ascenderte
en mi delirio alado,
para que pueda ser
albatros en tu risa.

No he perdido la llama
oscura de tus labios,
no he perdido tu pelo,
no te he crucificado.

Sigo siendo el camino
donde encontré tu huella.
Son tan largos los clavos,
tan frescas las espinas.

6

Cuando lleguen los lirios
que crecen en tu valle.
Cuando brote en el aire
la llama de tu boca,
yo te querré vivir
como si hubiera sido
este muro un dolor,
capricho de mis dudas.

Para amarte encontraría
una guitarra en el cielo,
ingenuas citas de muerte
enredadas en tu pelo,
para tenerte y no verte,
para perderte de nuevo,
como te quise, ¿no ves
que no llego a comprenderlo?


7

Quiero besar tu frente
aún tibia y dolorida
cuando caiga el último
resplandor en mi huerto.

Quiero tocar el verde
silencio de tu olivo
hasta ser sólo mía
el alma de mi queja.

Aún me quema la sangre
que arranqué en tus espinas,
aún me duele tu nombre,
aún surco tu calvario.

Quiero tocar el verde
silencio de tus ojos
entre los azahares
blancos que se me alejan.

Apártame tus ramas,
amor,
cuando quieras dañarme
y no encuentres castigo.

Apártame tu pelo
cuando pienses atarme
a la esquina del sueño
y una cuerda no encuentres. 


¿No ves que estoy llevando
la cruz de tu mirada
por otros derroteros
que tú ya no conoces?

Aún espero que vuelvas
con aquella caricia
que dejaste en mi frente
y en el viento de Marzo.

Aún tengo que empezar
mi itinerario abrupto,
aún estoy en tu huerto
y bebo tu amargura.


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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.