martes, 7 de febrero de 2023

Pasolini - La riqueza


 


Cercana a los ojos

Cercana a los ojos y los cabellos sueltos
sobre la frente, tú, pequeña luz,
dispersa, enrojeces mi cuaderno.
De adolescente, en tu pálida llama,
ardía hasta la noche, y era extraño
escuchar al viento y a los grillos solitarios.
Entonces, en la olvidada habitación
dormían mis parientes, y mi hermano,
descansaba inerte tras un muro delgado.
¿Dónde está ahora, luz roja?
No hablas, sin embargo iluminas; y suspira
el grillo en el silencio de los campos.
Y mi madre se peina al espejo
de una manera antigua como tu luz,
pensando en su hijo ya sin vida.

(Pasolini - Versión española: Francisco Enrique León)


Una desesperada vitalidad

Tenía veinte años, incluso menos, dieciocho,
diecinueve… y había vivido un siglo,
una vida entera.

Al constatar consumido por el dolor
que nunca podría dar mi amor
sino a mis manos o al musgo de las trincheras.

O quizás a la tierra de una tumba desolada...
veinte años y, con una historia humana y toda
su poesía, una vida se había acabado.

(Traducción de Francisco Enrique León)

    La riqueza es, definitivamente, el poema turbio que más clarifica el pensamiento de Pasolini. Estamos solos con el monstruo que se retuerce en nuestras entrañas. Imitamos a los ricos en nuestros delirios descorchando una botella de champán cuando nuestro cava debería ser un ejemplo a seguir.

    Deduzco que esos muchachos, de los que nos habla Pasolini, son aquellos contra los que se rebeló el poeta amargamente. Hijos de un bienestar que no les había posibilitado desarrollar un hambre verdadera de Justicia. La policía, hombres del Sur en buena parte, sufrió brutalmente las iras de aquellos muchachos acomodados y malcriados que decían que querían cambiar el mundo siguiendo las consignas del Mayo francés. Pasolini puso el dedo en la llaga; primero debían cambiarse a ellos mismos.

    ¿Por qué soy contrario al aborto a pesar de ser progresista? Porque considero que la vida de un niño empieza en el momento, no siempre bien definido, de la concepción. Debemos reservar un lugar en nuestras almas para lo sagrado, hace que el pobre sea honrado a pesar de su perra suerte y de algunos partidos que les enseñan a engañar. El Estado debe ser laico, no por ello debe desterrar lo sagrado.
 
  
 «La verdad no está en un sueño, sino en muchos sueños.»
PPP

«Manifestar»

(Apuntes)

Manifestar significar con palabras no se podría
pero con aullidos sí
y también con pancartas, o canciones;
.
Vinieron para rehacer el mundo
y, manifestando, se declararon a la altura
La fuerza está en la virilidad, como en otros tiempos
Pero la amabilidad se ha perdido
.
Cualquier cosa que se manifieste
lo único que se manifiesta es la fuerza
aunque sólo sea la fuerza de los destinados a la derrota
.
Todo lo que no se puede significar con palabras
no es más que pura y simple fuerza-
¡Pero cuánta inocencia en no saber esto!
¡Qué jóvenes hay que ser para creerlo!
.
Ya se que la libertad es incompatible con el hombre
y el hombre, en realidad, no la quiere, intuyendo que no es para él,
¡cuántas obligaciones me he inventado envejeciendo
para no ser libre!
De acuerdo, pero los más ingenuos, los más inexpertos, los más simples,
los más jóvenes, aún se inventan más obligaciones de éstas,
es más, al venir al mundo lo primero que hacen es adaptarse a ello;
triunfalmente;
haciendo creer a sí mismos y a los demás
que se trata de obligaciones necesarias a una nueva libertad.
La realidad es que un muchacho venido aquí de la nada, y totalmente nuevo,
se las ingenia enseguida para defenderse de la verdadera libertad
Es, sobre todo, un muchacho que conoce y acepta los deberes;
y manifiesta la fuerza de su aceptación,
maravillosa adulación del mundo.
.
La gracia renace siempre a través de la obediencia
y puede que, puede que…
¡Obedecer a los deberes de la revolución! ¡Manifestando!
.
Por densa que sea la trama de los deberes de un anciano
algo en ella se ha desgarrado
y yo, en efecto, vislumbro la intolerable faz de la libertad;
no teniendo ya ni gracia ni fuerza,
intenté entonces defenderme sonriendo, como precisamente
los viejos, que se las saben todas –
Pero la libertad es más fuerte: aunque sea por un rato
quiere ser vivida –
.
Es un valor que destruye cualquier otro valor
pues todo valor no es más que una defensa
erigida contra ella;
.
y los valores, precisamente, son sentidos sobre todo por los simples;
por los jóvenes
(sólo en ellos, precisamente, la obediencia es gracia);
.
Es en ellos en quienes los Jefes cuentan para seguir adelante,
con sus limpias, inocentes filas –
Sencillez y juventud, formas de la naturaleza,
en vosotras la libertad es renegada
.
a través de una serie infinita de deberes,
limpios, inocentes deberes, a los que, manifestando
se grita con aire amenazador obediencia
que los sencillos y los jóvenes son fuertes
y aún no saben que no pueden tolerar la libertad.

(19 de abril de 1970 - Traductor: Desconocido)


Reflexiones sobre Pasolini y su poema “Manifestar”

 Néstor Alejandro Tenaglia

“Cualquier cosa que se manifiesta No manifiesta otra cosa que la fuerza incluso la de los destinados a la derrota” Pocas cosas resultan tan conmovedoras que las palabras escritas por seres que han ido al fondo de la humanidad, que han visitado sus recovecos, miserias, desgarros y han comprobado que el mundo deambula entre paraísos e infiernos. Por caso, Cesare Pavese, Alejandra Pizarnik, Marisa Wagner, Charles Bukowski o el citado, Pier Paolo Pasolini. En su poema “Manifestar”, incluido en una recopilación de letras bajo el nombre de “Nada personal”, desgrana su observancia sobre la juventud, la libertad y la vejez de una manera tan simple como profunda. “Cuantas obligaciones me he inventado al envejecer para no ser libre” –escribe- pero no se adjudica ese derivar tan solo a su persona ya que agrega: “los más ingenuos, los más inexpertos, los más simples, los más jóvenes, se inventan todavía más, y peor aún, al llegar al mundo, lo primero que hacen es adaptarse; triunfalmente, haciéndose creer a ellos mismos y a los otros que se trata de obligaciones necesarias para una nueva libertad” ¿Qué será –me pregunto- en estos tiempos ser libre? Hay quienes sueñan con acceder nuevamente al consumo que lo hizo, en un tiempo no muy lejano, sentirse parte de algo llamado sociedad (de consumo). Otros sueñan con tener un techo propio, o comer tres veces por día, o no tener que vivir en el barro. Difícil plantear estas ideas en un mundo tan desigual donde un puñado de familias poseen la riqueza que generamos millones de familias. “Pero la libertad es más fuerte: así sea un poco, quiere ser vivida”, prosigue Pasolini.

El poeta, periodista y cineasta italiano conoció a lo largo de su vida más pesares que alegrías. Cuestionó como pocos a dos grandes instituciones en la Italia de su tiempo, al Partido Comunista y a la Iglesia Católica; sin embargo, como señala el prólogo del citado libro y por sobre sus severas críticas, consideró a la sociedad de consumo “el más represivo de los totalitarismos”, una cultura unificadora universal. En la Argentina del ascenso social y la conquista de derechos no se pudo, no se quiso o no se imaginó cómo podría haberse destruido el nudo gordiano de las causas de las desdichas casi eternas. Asimismo, nadie tiene la receta, menos quien escribe, para señalar cuál es el camino; no obstante por lo leído, vivido y caminado, podría decir que hay un péndulo que avanza y retrocede con los pasos de la sociedad y replica cada tanto las demoras casi eternas. ¿Son los medios?, ¿es la justicia?, ¿es la política?, ¿es la economía?, ¿es la Iglesia?, ¿es el capitalismo?, ¿es la dictadura del proletariado? Desde la crisis del 2001 en adelante hemos visto satisfactoriamente, el surgimiento de movimientos sociales que se fueron formando como respuesta concreta al muro neoliberal y al gobierno monitoreado por el FMI. También observamos cómo algunos de esos movimientos responden a las influencias de la Iglesia Católica en manos del papa Francisco. Entonces vuelvo al poema de Pasolini cuando escribe sobre los valores y los jóvenes: “los valores, precisamente, son sentidos especialmente, desde siempre, por los jóvenes (sólo en ellos, precisamente, la obediencia es gracia) es con sus filas que cuentan los Jefes para seguir adelante, con sus limpias, inocentes filas”. ¿Somos capaces de mirar más allá y hundir la cabeza en nuestros propios recovecos nauseabundos?, ¿es posible vislumbrar un verdadero cambio cuando sostenemos luchas mirándonos el ombligo?, ¿alcanza manifestarse por un salario digno cuando los “Jefes” van acomodando sus fichas, sus cuadros, sus acuerdos mientras miles de jóvenes gritan? Ya concluyendo el poema “Manifestar”, Pasolini vislumbra cierta conclusión: “Simplicidad y juventud, formas de la naturaleza: es sobre ustedes que se abjura la libertad a través de una serie infinita de deberes, limpios, inocentes deberes, a los que, manifestando, se les grita con aire amenazante, obediencia”. Mucho se ha escrito, estudiado y debatido y se seguirá escribiendo, estudiando y debatiendo acerca de las diversas formas de construcción de una sociedad más igualitaria. Quede para reflexionar la emoción y sensibilidad de un hombre que ha conocido el barro de la historia, las calles oscuras de pueblos hambreados, los basurales donde sexo, prostitución, vida y muerte eran himnos entonados a media voz entre humo y alcohol. No fue un burgués acomodado pensando el mundo desde su sillón blanco, perdiendo su mirada en los verdores de un valle, alejado del frío de un cuerpo con hambre. No fue un hombre que ha preferido acomodarse a un escritorio, a un sobre de dinero por debajo de la mesa, repitiendo consignas tan gastadas como la paciencia, buscando recibirse de burócrata. No fue un “Jefe” que decidió señalarle a la sociedad cómo debía vivir, cómo ser bueno, cómo poner la otra mejilla, o cómo ser revolucionario. En todo caso, prefirió sangrar y poner el dedo en las llagas de lo que sus ojos sensibles observaban y hundirse hasta quedar tendido en un terreno abandonado, ebrio de anonimato. Pienso que a través de sus desgarros, como también de su arte, podríamos reflexionar de dónde venimos y hacia dónde vamos. O tal vez, cosas menos importantes. Pasolini no hubiera dudado en abrazar a Jacobo Fijman, aquel poeta abandonado a su suerte en el Hospital Borda. (Gracias Vicente Zito Lema por cuidarlo tanto y hacerle compañía). Tampoco hubiera dudado en caminar de la mano por la avenida Corrientes con Alejandra Pizarnik. De lo que estoy casi seguro y perdonen mi atrevimiento, es que sería muy severo con aquellos que por sus maneras de construir no han aprendido nada de la historia; los que obedecen a los “Jefes o Jefas”, los que luchan por un lugar preferencial en la “sociedad de consumo”, los que se manifiestan para renunciar a la libertad y no se animan –animamos- a pensar algo nuevo, si es que algo nuevo queda por inventar.


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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.