sábado, 4 de febrero de 2023

Norma

 No supimos desentrañar el sueño
de nuestra encrucijada;
sigo leyendo un poema
que no recuerdo
aunque te represente
y lo hayas olvidado.
(Brel en la Escuela de Comercio)


  Cuando te conocí eras Norma,
marzo temblaba solo bajo la lluvia
y ya no quise apartarme del candor de tu paraguas.
Pero te fuiste
cuando arreciaba mi tormenta
entre los números vacíos
de las Puertas del Campo que aullaban.

Cuando regresaste, era 1955
y aún no habías nacido, te llamabas Marilyn,
el poniente azotaba con sus cristales derramados
el rostro taciturno de tu Pequeña Manhattan
y los árboles te miraban como si fueras una nube
que caprichosa se alejaba de mi devoción tardía,
empezó a gustarte el poema de la duda
cuando ya no podías recuperarlo
de la fiebre de mi garganta,
de la morgue de la indiferencia
cuando en sus bancos la gente hablaba
de testamentos y esparcía en el olvido
las cenizas de una lágrima.

El testimonio volvía a naufragar en La Ribera
cuando los vientos soplaban en los días tenebrosos
de un mar desangelado que castigaba las espigas
mientras los mendigos dejaban tu plegaria
en la memoria del Puente Cristo,
en la belleza de un médico que no tenía fronteras
y amaneció en la playa con amapolas en el pecho,
y los grajos aparecían de nuevo en los postes,
en las cancelas roñosas del Llano de las Damas.

No supe enviarte las flechas de papel con el deseo
que conservaba una conversación ambigua en tu semblante,
los portales de las caricias atravesadas,
el remite de los primeros juegos rendidos en el carmín
que dejaron tus besos en el aire,
y el verso quejumbroso
que aún nos habla de un amor atrapado
en la soledad que siempre siente el poeta
ante la modernidad retrógrada,
en la melancolía
de un tiempo añorado, confuso, desconocido...


  

    Los biógrafos suelen coincidir en que Marilyn solo fue feliz durante los meses que vivió en Nueva York en 1955. Su drama, el tiempo restante, lo podríamos resumir en que solemos ser más permisivos con la vulgaridad que con la inteligencia, hay personas inteligentes que acaban renunciando a lo que más aman dejándose llevar por la oscuridad de un momento preciso. No es suficiente con un acendrado sentido del humor para liberarse de la maldición de la lucidez, ya sabemos que, ante la obstinación del mundo, hay cosas que se pierden o que no se llegan a tener.

 


 

    Al contrario de lo que se suele decir, Hallie, lo evidente no se percibe; en realidad se acaba viendo lo que se quiere y no creo que esto sea algo de ahora, está instalado en el imaginario popular. Creo que la gente no suele ser feliz y esto es así porque, en realidad, no lo busca, se concentra en conseguir los síntomas externos de la felicidad, se ha acabado aceptando con naturalidad que se engañe para ello, que se convierta en virtud lo que alguna vez nos dijeron que era vicio. Debería ser fácil comprobar lo que digo cuando tratamos a casi todos los personajes públicos de nuestro tiempo; todos se parecen en las manifestaciones externas pero cada uno tiene un camino propio que le ha llevado a poder representarlas. Quizás lo importante esté en el camino.
 
 
 
     Estoy mucho más cerca de Marilyn que de Pavese, Pilar. Ahora mismo no recuerdo ni una sola vez que haya dejado de salir a la calle por estar escribiendo un poema o viendo una película, la razón de ello la desconozco. Siendo diestro se me ha hecho sentir como si fuera zurdo cerrado. He escrito varios poemas de Marilyn con una diferencia temporal considerable, es como volver a lo mismo con una perspectiva diferente. En este tipo de cosas se juega con un margen de error amplísimo (casi nadie desea tener un mínimo conocimiento de la realidad de un mito). Creo que el desencanto y la introspección, la angustia por no encontrar sentido a la vida de aquellos poetas anónimos de los 50 posibilitaron la gran poesía estadounidense de una década después.
 

22:35

    Sé que me dejé más de esa media hora en la vida, Roxanne, cuando intenté decirte lo que no comprendía y espero no llegar nunca a comprender; siempre pensaré que Tito está en nosotros. Creí que eso me acercaría a ti, y me di cuenta de que, en cierta forma, nos alejamos de nosotros mismos. 

    El escritor serio ahonda en la contradicción de querer aliviar lo que no tiene consuelo. Estoy cansado, Roxanne, ¿qué se espera de mí? ¿Por qué nadie piensa que al silencio se puede llegar por distintos caminos? ¿Se puede comprar una sonrisa? ¿Se puede estar enamorado de una cadena cuando eres libertad? No quiero ofender a nadie y, sin embargo, pienso que aquí no hay sitio para mí. He pasado por la experiencia de ser subversivo, simplemente por decir lo que veo; casi nadie escribe bien, y la mayoría de los que lo hacen no saben lo que tienen que escribir. He ahondado en qué cosas que te escribo, si me dejaran a mi aire no sería un monstruo. Nadie mejor que tú para decirle estas cosas al viento, porque el viento suele ser libre cuando deja de soplar.

 

 

 


    Es evidente, Pablo, que tienes una capacidad analítica admirable, que mantienes un punto de vista original y que tus comentarios merecen una consideración literaria por su claridad y tu clarividencia. Te agradezco, con un interés especial, el haber sido repetidas veces obsequiado con el regalo de tus palabras. La poesía aun en los casos que más se apoya en la ficción se llena de realidad cuando el corazón se empapa con el perfume de unos versos marchitos y un toque de ternura.
 
 
 
    No es fácil asimilar lo que me dices, no eres un autor cualquiera, no hablas por hablar sino que analizas con precisión, nos obsequias con textos que son literatura, creo que poco se debe añadir a esto último.

    Apenas recuerdo cómo concebí este canto a la otra mujer que se había quedado lejos de Marilyn Monroe, pero sé que debía guardar algunos de los versos como si yo fuera otro, vivir el amor cómo lo vive cualquier amante durante los primeros días de un romance, saber que estamos en un mundo injusto que devora casi todos nuestros sueños, algunos como Norma supieron demasiado tarde que muchos de los que son indultados por el mundo y llegan a cumplirse se visten con el color de las pesadillas más amargas.

    Muchas gracias, Óscar. Un abrazo.
 
 
 
    Me refería a la muerte de Tito, al mensaje de condolencia que te dejé en Facebook. Miraba a mis hijos, a mi nuera y a mis nietos y sentía pavor, ¿Cómo puede la muerte aniquilar lo bello? En este foro no hay nadie que me importe más que tú. Tú eres la única Roxane que conozco.
 
 
 
    Si te soy sincero, Julio, creo que no logré escapar de la habitual frialdad de estos poemas conmemorativos. Soy un intelectual y eso estropea algunos buenos poemas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.