Sólo es hermoso el pájaro cuando muere
destruido por la poesía.
destruido por la poesía.
(Leopoldo Maria Panero)
Aún te escucho cantar en esa playa que se acerca
a tus zapatos
cansados cuando la marea se alarga
y te entrega en los labios la fragancia de los muertos
que te hieren todavía.
Aún te espero
en el estrecho camino
que hunden los espigones de las caricias.]
en el puente de los abrazos,
en la antigua Carretera Nueva de la infancia que se corta
en la tierra de nadie
donde se derrumban los castillos en la arena.
He de esperarte porque en tus ojos
caen esas hojas que cubren la esperanza, esos pensamientos]
que vuelven a la ciudad como un poema
esculpido
en la frente de la esquina de los sueños
que te siguen buscando
y añaden alguna voz extraña a la memoria
que profundiza en la noche, en el fraseo que sigue en pie
hasta la muerte de la palabra
y en el calvario abrupto de tu amor.
Solo soy un poeta solitario que insiste
con una copa en la llaga,
en la verdad inmutable
que se arrincona en tu rostro castigado,]
en los versos que no encuentran la cadencia
en el ruido de los bares]
de las arterias del terrible Poblado Marinero
del alcohol, de las putas y la cocaína,
en el clamor de la rosa que nunca se ha perdido en el perfume de tu piel.]
Borrador
Aún te escucho cantar en esa playa que se acerca
a nuestros pies cuando se alarga la marea,
y te entrega en los labios la fragancia de los muertos.
Aún te espero
en el estrecho camino que hunden los espigones.
He de esperarte porque en ti
caen esas hojas que hieren la esperanza, esos pensamientos
que vuelven a la ciudad como un poema esculpido
en la frente de la esquina
que te sigue buscando
y añade alguna voz extraña a los recuerdos
que profundizan en la noche y en el martirio de tu amor.
Solo soy un hombre solitario que insiste
en la verdad inmutable de tu rostro,
en la palabra que no encuentra el murmullo de los patios,
en el clamor de la rosa que nunca se ha perdido en tu piel.
a nuestros pies cuando se alarga la marea,
y te entrega en los labios la fragancia de los muertos.
Aún te espero
en el estrecho camino que hunden los espigones.
He de esperarte porque en ti
caen esas hojas que hieren la esperanza, esos pensamientos
que vuelven a la ciudad como un poema esculpido
en la frente de la esquina
que te sigue buscando
y añade alguna voz extraña a los recuerdos
que profundizan en la noche y en el martirio de tu amor.
Solo soy un hombre solitario que insiste
en la verdad inmutable de tu rostro,
en la palabra que no encuentra el murmullo de los patios,
en el clamor de la rosa que nunca se ha perdido en tu piel.
Hermoso poema lleno de sentimientos; una pena que sea fruto de un alma infiel y traicionera
ResponderEliminarMe he vuelto infiel a marzo. Nunca llegó la Primavera.
Eliminar¿A quién has hecho inmortal?
ResponderEliminarA ti, quieras o no, tengo confianza en estos poemas tan maltratados. Espero que puedas leer la versión definitiva.
EliminarLa abra maestra de los poemas que te he escrito, te he hecho inmortal .
ResponderEliminarLa poesía no necesita explicaciones; se siente o no se siente, este último es tu caso.
EliminarPuede que lleves razón; soy un intelectual. Pero puedes estar equivocada, también digo lo que siento.
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