quiero cantar a Cadmo,
mas de mi lira los sonoros nervios
tan sólo amores dicen.
(Anacreonte - La lira - Fragmento)
un pájaro abierto en la mañana
que no conoce sirenas ni alaridos,
que no hunde los puñales,
ni siquiera en las sierpes que conducen
a los umbrales de la ira,
ni en los vestigios amargos
que tengas en la memoria de los más brunos requiebros.
Evoco sin consciencia la civilización de los sentidos
porque vuelvo a sentir aquella sed de ti que me reclama,
en los embarcaderos de tus lazos eras una isla
y yo el peregrino que caminaba por tu sangre,
llegué a tus guirnaldas con el polvo derramado
en la última derrota,
con la llamarada de aquellos atenienses caídos
que zozobraron sin laureles en Sicilia
por embriagarse con la gloria de los ancestros,
con Anacreonte de la lira en las entrañas,
con Pericles en los discursos lúgubres
y emocionados ante la muerte.
En tu mirar viajaban las soledades del alma de los celos
que removía tu orgullo,
las sandalias humildes y profundas del profeta que perdiste,
los deseos que encallaron en la lengua de la playa
y los abrazos que forjaba la marea de los puentes
cuando me dijiste que tu nave había partido
y encendí mis velas oscuras en el mástil de un amor apagado.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.