He
horadado la noche
oscura
que me abriste,
apagaste
la luz,
ni
una tibia farola
reflejó
una sonrisa,
y
no tuve tus manos,
tus
labios, ni tu pecho.
Y
no pude cantar
al
amor, ni al olvido.
He
horadado la noche
donde
vagan los muertos,
donde
el silencio calla
y
el alma se derrumba.
Para
seguir viviendo
esta
pena insondable
de
no haberte encontrado
quiero
mi voz profunda.
Quiero
mi voz profunda
para
seguir sufriendo
esta
lenta agonía
de
no rendirme nunca.
Y
tú sigues dormida
mientras
tiembla la estrella
oscura
del anhelo
que
vivía en tu alma.
Despertarás,
quizás,
cuando
ya no respire,
y
entregado me haya
al
hombre y al destino.
Y voy pasando página, embelesada con tus poemas. ¡No te rindas, poeta!
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Fanny, siempre es grato contar con tus palabras y tu aliento.
ResponderEliminarUn abrazo.