sábado, 11 de julio de 2015

En el Poblado Marinero


       Lugar de marcha en Ceuta, por el que solía pasear mi desesperación durante un tiempo y donde está enclavado el Parque Marítimo del Estrecho diseñado por César Manrique. Curiosamente el primer poema es el recuerdo de una noche en Algeciras porque mi comportamiento, malo en este caso, llegó a su culmen como si me hallara en mis territorios habituales y porque si ha habido algún diluvio universal tuvo que ser aquél que junto a mi cuñado Miguel lo sufrí en su mayor parte a la intemperie, miserias brillantes y fulgor marchito con el halo maldito de la bohemia…


                       1

     Aguacero en Isla Verde


Aquí estoy con el cuchillo en la boca
que recogí del suelo
 de una tarde lejana de lluvia sin alma.
Con el mar que me empapa hasta el sentido,
en este muelle
lleno de botellas sin mensaje,
con algunas arrugas que aparecen
para explicar que pasó con el muchacho de antaño,
con el misterio que hizo que escribiera cada verso
como si fuera el último
cuando evocaba tu mirada.

Iluminaciones; un joven sin suerte
que se vestía de profeta
y vive siempre en el desierto de tu risa.

Aquí estoy, sin saber acabar una aventura,
con los trenes descarrilados que seguirán doliendo
en estaciones aisladas,
en palabras de amor que no pueden llegar
porque no tienen destino.


Pregúntame, ¡Oh, tú! que aún sabes lo que duele
y donde está la herida, por aquel amante desolado
que aún estará entre la lluvia
plasmando su desesperación en duros adoquines,
mientras Dante escribe su viaje al Infierno,
que era una isla verde, oscura, encharcada
que me traía la imagen de tus ojos cuando lloran.


                  2



He aprendido a exhumar  
versos de mis cenizas,
a morir sin ira, ni esperanza.
 
 
Y ahora, solo, triste, sin amor
voy del puerto hacia la niebla,
mi barca no es mi barca,
tu frialdad es el emblema
de la espalda que me has vuelto.
 
Y cada día
tengo que inventarme un nombre
para llamarme a mí mismo,
para empujarme a hollar
esta ciudad que hiere mi arrogancia,
que me muestra tu imagen
en cada esquina que doblo,
Y me recuerda mis tormentas.
 
Soy ese desconocido que a veces te habla
y siempre navega en lo sórdido de tu dolor.



                           3


Corazón mío, esta noche quisiera pensar
en los viejos barcos anclados en el puerto,
en la estrella de antaño que permanece azul,
en la soledad que corre por mis venas,
en aquellos errores,
¡Qué desastre, dios mío, qué caída en silencio¡

Y tú siempre esperabas
la magia de su rostro,
el ritmo de su paso.

Tú esperabas siempre
la llegada de aquella que nunca apareció,
soñabas mientras soñabas.

No fui muy despierto y pagué por cada rosa
desvelada o exiliada, y pagué cada sueño.
Yo no era su amante sino su payaso,
parecía decirme todo.

Ahora tengo que mirar en otro espejo
para no manchar la huella de mi esperanza,
para no quebrar la corona que entonces adornara mi frente.


                                4


Quizás vuelva algún día a pasear
mi desesperación por este puerto,
y derrame el licor en vestidos de fiestas,
y busque un qué sé yo entre sombras que hablen,
y recuerde el amor que alguna vez me diste.

Entonces seré alguien para siempre perdido
y tendré tantos años que no podré ocultarlos,
tanto golpe de mar en los labios que callen.


                                       5
                        Desencanto nocturno

Ahora con estos años 
y con este silencio y con este pesar,
no sé como volverme, 
como entregar las flores
que cuidó mi arrogancia, 
en este puerto ingrato, lleno de indiferencia,
su cobardía ha hecho que dos buenas personas
no se quieran hablar,
que pasen y no se miren.

No se escucha el flamenco profundo del quejío
en la noche desierta sin Billie Holiday,
te esperaré en el alba, reina de la tristeza,
en el muro que para el mar, las  emociones.

Cuando caigan los cuervos y alienten los suspiros,
te esperaré sabiendo que no regresarás;
como un amor sin pulso vives en el silencio
de lo que no dijiste y, acaso, no recuerdas.

(7/4/2011)

                 6

     Encuentro Casual





Me llaman calle,
me subo a tu coche,
me llaman calle de malegría.
calle dolida,
calle cansada de tanto amar.
(Manu Chao)



La vigilia se asomaba al callejón de los huecos
y tú te asomabas al mundo de los tristes
con tu rebeca abierta al frío de febrero,
¿Por qué tanto castigo, tanta inseguridad?

Tus amigos no estaban,
o no tenías amigos.
Tus amantes querían el calor de otro sueño,
suena otro acordeón, sigue la misma lluvia.

Y tú, ¿Qué será de tu bolso, de tu falda,
de tu rimmel corrido, de tu melancolía,
de tu acento de trapo destrozando mi lengua,
de lo que llaman vida y escapa en un suspiro?

Quieres sentir tu noche, no saber que te llamas
Erica, Paula, nadie,
que duermes cuando rugen los soles en las frentes.
Vives para el recuerdo de lo que deseabas,
aquí, en el país
de los grandes poetas,
nadie recita un verso sabiendo quien dejaba
el alma en cada nota, y quien por disfrazarse
retenía tu oído.

Era lo imprescindible aquello que nos falta;
cantemos la belleza
de tus piernas mojadas por la lluvia que llora
en un corral de sordos que escuchan tus latidos,
navegan en tu pecho de un blanco adolescente,
en un puerto sin clase, sin gusto, sin criterio
que encalló en los escombros.- cantemos al amor
que queda en tu mirada.

Y nunca me preguntes que sentí aquella noche
cuando bajo la lluvia
llorando me alejaba.

4/3/2011



                7

           Resaca


                    I

Nubes y gaviotas gritan
bajo el oscuro sol de la mañana.
Tengo que cambiar este signo,
ahora que Dios mira para otro lado,
pensar que no todo se ha perdido
con el último discurso de aspirante a profeta,
que en algún rincón hay una sonrisa
para darme fuerzas,
para volver a algún sitio
después de la marejada.

                                  II

En la lengua el sabor amargo que persiste
y en la cabeza las voces que no acaban,
los reflejos de los vasos que se rompen,
el alcohol derramado por los suelos.

Las farolas encendidas aunque sin luz,
en la primera hora de resaca,
en estas peñas que incitan al suicida,
este mar que recoge los cuerpos que soñaron.

En la falda del monte, el cementerio
sigue abriendo agujeros
que serán ocupados por esquelas,
por nombres y jarrones, por pétalos marchitos.

Y los barcos cruzando el Estrecho,
el alma encerrada en la deriva
de una ciudad que muere en el perfume
que ayer la embadurnaba,
que se abre a un rumbo cierto
 de plegaria en otra lengua,
ebria en su fracaso, confundida
por no haber compartido la miel en el pasado,
por no querer escuchar la voz de los que sufren
cuando sólo pedían caricias con los ojos.

(15/7/2011)
                                    
                            8

        Cuando, embriagado por la noche, asistía al funeral

del pensamiento y dejaba que mi paso me llevara
al firmamento de los disco-pubs,
tú, ausente de esta lucha por enganchar la vida
rota de las tabernas, viste como amoldaba al ritmo del alcohol
la frustración constante que guiaba mi paso,
la queja sin salida escrita en la pared
del callejón cerrado por tu muro y tus dudas.

                             9

Y tengo que cantar caricias de un instante,
recuerdos que no existen, sombras que me abandonan.

El vapor, a lo lejos, sueña nuevas hazañas
que ahogan los anhelos
de Antiguas travesías de puertos y guitarras.

!Oh, juventud esquiva que fuiste y te marchaste
sin dejarme una seña de tu nuevo destino¡

Aparecen borrachos rasgando las esquinas,
donde arreglan fachadas, y rompen los periódicos.

Se apagaron las risas, farola engalanada

de soledad sin Dios cuando llega la herida
de amor sin ti, amiga, de amor que no comprende
este torpe escenario que glosa soledades...

Ya sé que no me quieres. Lo siento y me castiga.
Creo que habría un camino de sal si lo aceptaras.


















2 comentarios:

  1. -1-

    Me ha parecido sublime este "viaje" hasta el joven que un día fuiste.Es curioso como de vez en cuando nos adentramos en el pasado casi siempre a hurgar en heridas que nunca cicatrizaron y como nos compadecemos de nosotros mismos por todos los errores cometidos que entonces no supimos entender.Es un ejercicio cruel,pero fructífero.De ese volver al pasado surgen los versos más auténticos buscando sustituir el vacío inútil que nos dejaron esos días sin color.Para mí,que también lo hago a menudo,es un intento de restaurar las ruinas de una juventud insulsa y consumida en la búsqueda de no sé muy bien qué verdad.

    Aquí lo dejo por ahora,pero volveré.Es todo un privilegio poder emplear parte de esta mañana de domingo en leer tu poesía,un privilegio y un placer siempre.

    Abrazos.

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  2. Quizás el gran problema, Joaquín, era que me portaba con la inconsistencia de un joven y ya no lo era, queda la poesía para planear sobre los errores, para alentar el recuerdo del amor entre tantos despropósitos. A pesar de todo ello hay ideas que sigo manteniendo, opiniones que siguen teniendo vigencia y poemas que leo con agrado a pesar de su amargura. Como en todo viaje al fondo de la noche hay oscuridades y momentos de frustración, hay que luchar con ellas porque nos representan con cierta fidelidad en un momento determinado de la vida.

    Un abrazo, Joaquín, te agradezco sobremanera que me hayas acompañado en este largo recorrido por aquello que espero haber sabido dejar atrás.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.