A
Pablo Ibáñez
che mi piace infangarmi perché il
fango è materia povera e perciò pura;
che adoro la luce soltanto se è
senza speranza[1].
(Pier Paolo Pasolini – Analisi tardiva)
Cada época de nuestras vidas tiene su canción, su película, su lugar,
un nombre, una sonrisa, que con su sola evocación nos traslada a ella, y,
aunque a muchas personas les cueste trabajo decirlo y otras pocas lo digan como
quien hace una trasgresión excitante de una regla, aunque no recuerden un solo
verso de él, cada época tiene su poeta. Así, Bécquer y Juan Ramón Jiménez
marcaron mi niñez, Neruda, Antonio Machado y Hernández mi adolescencia, Hölderlin, Pavese y Lorca,
iba a decir, mi madurez, pero casi he desistido en el intento de lograrla.
Cohen y Pasolini llevan ahora unos años rondándome, no sé si me han desviado de
la única lengua que conozco o si me han ayudado a la hora de hacer hablar a la
del corazón, en la que todos entendemos.
Este apartado lo he reservado para el segundo de ellos, un
descubrimiento tardío y que presentí que iba a ser largo nada más leer, antes
de pagar el libro, el poema que venía en la contraportada. Este trabajo ha
querido reflejar aquel encuentro. No es
un esfuerzo unitario, son poemas sueltos escritos durante estos últimos años,
me he permitido incrustar dos
traducciones del inspirado poeta
italiano, una de ellas, como indico, desde una versión en inglés de Pasquale
Verdecchio, aquí no incluyo los originales porque no estoy seguro sobre los
derechos que tengo para hacerlo.
1
Tenía veinte años, incluso
menos, dieciocho,
diecinueve… y había vivido un siglo,
toda una vida.
Al constatar, consumido por el dolor
que nunca podría dar mi amor
sino a mis manos o al musgo de las trincheras.
O quizás a la tierra de una tumba desolada...
Veinte años y, con una historia humana
y toda su poesía, una vida había terminado[2].
diecinueve… y había vivido un siglo,
toda una vida.
Al constatar, consumido por el dolor
que nunca podría dar mi amor
sino a mis manos o al musgo de las trincheras.
O quizás a la tierra de una tumba desolada...
Veinte años y, con una historia humana
y toda su poesía, una vida había terminado[2].
(Pier Paolo Pasolini, de
“Una vitalidad desesperada,
traducida al inglés por Pasquale Verdecchio)
2
Arranca este lamento
en la mañana
cuando el licor asoma
cuando el licor asoma
en poros y gemidos.
Lleva el mar el aullido que intentaba
expresar mi dolor
Lleva el mar el aullido que intentaba
expresar mi dolor
por haberte perdido.
Roma erguida sobre siglos de pesares
Roma erguida sobre siglos de pesares
y ruinas
sobre divagaciones y sueños de profetas,
Roma en mi vida,
Roma en mi vida,
en la bifurcación de la
memoria
y esperando la muerte
en esta callejuela sin luz de los fracasos
que me entregó la
poesía,
y una verdad amarga que me arrastra
por la arena al final de los caminos.
y una verdad amarga que me arrastra
por la arena al final de los caminos.
3
Pasolini en el recuerdo
Cuando la luz no ofrece esperanza y se me adentra el
verso
de un poeta que calla en el nocturno inhóspito de una playa tardía,
envejece mi alma por no saber nombrarle, por no saber arrastrar
el peso de mi culpa, por ser testigo ciego del olvido obstinado,
por no reconocer que la vida se me escapa y no conozco a nadie
para que llore por aquello que no hice[3].
de un poeta que calla en el nocturno inhóspito de una playa tardía,
envejece mi alma por no saber nombrarle, por no saber arrastrar
el peso de mi culpa, por ser testigo ciego del olvido obstinado,
por no reconocer que la vida se me escapa y no conozco a nadie
para que llore por aquello que no hice[3].
4
Cercana a los ojos
“Cercana a los ojos” es un poema
especialmente emotivo, escrito años después de los hechos a los que hace
referencia; su hermano que duerme distendido y ausente fue fusilado por
partisanos durante la Segunda Guerra Mundial. Una dolorosa contradicción en su
vida a la que se irían añadiendo otras muchas, la más llamativa; la muerte
violenta del propio poeta; aquellos con y por quienes luchaba acababan con la
vida de aquél a quien recordaría siempre. La luz, el hermano y la madre,
también el canto del grillo, quedan suspendidos en una atmósfera que nos
recuerda la aparente quietud en la que viaja a veces la más conmovedora de las
tragedias. (27-10-2012)
Cercana a los ojos y los cabellos sueltos
sobre la frente, tú, pequeña luz,
dispersa, enrojeces mi cuaderno.
De adolescente, en tu pálida llamarada,
ardía hasta la noche, y era extraño
escuchar al viento y a los grillos solitarios.
Entonces, en la olvidada habitación
dormían mis padres, y mi hermano,
inmóvil, descansaba tras un muro delgado.
¿Dónde está ahora, luz roja?
No hablas, sin embargo iluminas; y suspira
el grillo en el silencio de los campos.
Y mi madre se peina al espejo
de una manera antigua como tu luz,
pensando en su hijo ya sin vida.
(Pier Paolo Pasolini)
5
La Pasión según Pasolini
Será una noche de otoño, en
una playa tranquila
donde busque el recuerdo
de los días perseguidos
de aquella juventud difícil
y trágica,
hermosa, sin embargo,
porque nunca
ha sabido marcharse de mi frente,
de este corazón que aún busca la verdad
y piensa
que no fue un delirio
de la sangre efervescente que aún me brota.
Aún no he aprendido a sentir lo que no siento,
a decir lo que se espera;
donde busque el recuerdo
de los días perseguidos
de aquella juventud difícil
y trágica,
hermosa, sin embargo,
porque nunca
ha sabido marcharse de mi frente,
de este corazón que aún busca la verdad
y piensa
que no fue un delirio
de la sangre efervescente que aún me brota.
Aún no he aprendido a sentir lo que no siento,
a decir lo que se espera;
el bienestar ha envenenado[4]
el alma de los que luchaban
por sobrevivir en otros tiempos que me nublan los ojos.
el alma de los que luchaban
por sobrevivir en otros tiempos que me nublan los ojos.
Se acercará algún joven con
el cabello rizado
que no podrá vender un rostro
que no le pertenece
pues lo dejó en el lienzo de un lombardo[5] atormentado.
que no podrá vender un rostro
que no le pertenece
pues lo dejó en el lienzo de un lombardo[5] atormentado.
... ... ...
En Ostia o en Trieste cuando
florezcan los tilos,
o en cualquier descampado
donde jueguen la noche y el deseo
me llamará la muerte, como lo suponía,
con el cuerpo marcado por los golpes del Calvario,
cuando,
en los gestos que el sol esculpía en bronce
había creído ver
las puertas entreabiertas de un Ghiberti apasionado[6].
o en cualquier descampado
donde jueguen la noche y el deseo
me llamará la muerte, como lo suponía,
con el cuerpo marcado por los golpes del Calvario,
cuando,
en los gestos que el sol esculpía en bronce
había creído ver
las puertas entreabiertas de un Ghiberti apasionado[6].
... ...
...
¡Señor, no me dejaste escuchar tus gemidos!
¡Señor, me abandonaste y me dejaste la cruz!
6
Mi análisis
tardío
(Epístola a Pier Paolo)
Te entrego Pier Paolo el testamento
del hombre que se acostó la siesta esta tarde
con una herida difusa y acechante
que ya no le duele nada
porque ha despertado con el pensamiento firme
de ser distinto sin abandonar uno solo de sus sueños,
una sola de sus convicciones más sentidas,
y ya huele a verano en mi ventana abierta
al griterío de los niños jugando con el agua,
y la bahía le muestra la belleza inmortal del mensaje profundo
que al tenerlo tan cerca a menudo no notamos.
Vuelven a decir tu nombre en la agenda cultural
de las noticias,
un nuevo homenaje que no será a tu faceta de cómico distraído
que no supo coger de la cintura a la risa,
ni abrazar su sentido más patético por respeto a los pobres,
y se me vino el poema que escribías
cada vez que la muerte te acechaba o pensabas en ella,
se me vino a la cabeza como un péndulo
cuyos golpes imitaba mis latidos.
Es verdad que no podré por más que lo intente
explicar la fascinación que me produjo tu análisis tardío,
que tan solo por él ya me atreví a llamarte grandísimo poeta,
a ti que vivías arrastrando los pies
para sentir el olor prístino y sensitivo de la tierra,
que no soñabas
por miedo a despertar en un lugar donde solo tuvieran cabida
los ángeles y los demonios,
que no tenías los delirios de grandeza
que reconozco en mí mismo,
que todo lo que deseabas estaba en la mirada
aún atónita de un muchacho moreno, llegado del Sur
donde aún tiembla Cristo por no encontrar su huella,
que camina hacia la obra donde fortalece sus músculos
y broncea su piel
y aún mantiene el candor forjado por un sufrimiento
injusto e innecesario, como todos.
En esto me doy cuenta de que el otro día
traspasé la frontera adonde tú no llegaste
por una noche aciaga,
y que me empieza a exasperar con una tristeza extraña
que me digan lo condenadamente bien que estoy
para ser tan viejo,
aunque lo digan de una forma distinta,
eso es lo que vienen a decirme,
ya ves, como tú me veré siempre joven
por esas ansias de seguir aprendiendo
aunque no sepa con que objetivo,
que, sin que hayas tenido nada que ver en ello,
de todas las cuerdas que se me ofrecían
siempre tiré de una sola al mismo tiempo,
que las pocas intersecciones que hubo se debieron a errores
debidamente corregidos, y explicados,
aunque nunca comprendidos.
Que siempre estuvo la vida por encima de todo
como si el niño que fui nunca me hubiera dejado
indefenso ante el mundo,
que pediría a la mujer que amo
que nunca me dijera “te quiero”
porque yo lo sabría con una simple sonrisa,
que volveré a pensar en los tordos que llenaban
el cielo de las tardes de invierno
y en los cachalotes que cruzaban Punta Almina
en Mayo y en Junio,
sabiendo que lo perdido
por nuestra avaricia anuncia nuestra propia condena
por lo que tuvimos sin hacernos falta.
Que habré aprendido a esperar
cuando no tenga sentido
aunque merezca la pena porque, largo o corto,
dulcificará con momentos inolvidables el tiempo que me quede
y que si puedo dejar algo hermoso en alguien
aunque no me haya conocido, y quizás por ello,
pensaré que la semilla que se embarra no muere.
7
El amigo fiel
“A menudo un
poeta se acusa y se calumnia,
exagera, por amor, su propio desamor,
exagera, para castigarse, su propia ingenuidad…”
exagera, por amor, su propio desamor,
exagera, para castigarse, su propia ingenuidad…”
(Pier Paolo Pasolini)
El poeta y el político vocacional siempre mienten, éste sabe que lo hace,
doblega a la mentira y utiliza el conocimiento de la verdad para ponerle su
túnica cuando lo cree necesario, a través de las apariencias logra una vida
mejor y, a veces, acaba muriendo por los placeres que le proporciona esa
vida El poeta, en cambio, acaba creyendo
siempre sus mentiras, tiene innumerables problemas a causa de ellas y a ellas
se consagra con el candor de un niño. En algunos casos muere por ellas con la
autenticidad de un mártir…
Pasolini escribió en un poema que hubiera dado la vida por aquellos a los
que amaba. Yo añadiría que incluso por muchos a los que no amaba ni merecían
ser amados y yo, que no compartí ni un solo minuto de mi vida con él, ni una
sola de sus mentiras, le creo.
Sé que he mentido y que lo
haré siempre
porque morirá conmigo el
miedo
a sentir y a decir lo que
siento,
que llamaré hermano
a alguien con unos padres
distintos a los míos,
que le diré cuando enferme
que no fui a visitarle,
por no causarle molestias,
que pensaba en él todos los
días
y le recordaré que el mundo
se derrumba
pero estamos nosotros para
mantenerlo en pie,
para demostrar que vivir
vale la pena,
que la amistad no existe
en este mundo sin entrañas
que hiere
a las almas sensibles,
pero somos distintos y
creemos
en el amor que no supieron
darnos.
Le pediré quitando hierro al
asunto,
o quizás se me olvide,
que perdone a mi hijo cuando
le insulte
mientras teclea el pan que
me había traído
y lo mastica mientras habla,
y yo no le diga nada por no
estropear la fiesta
y cuando le pregunte a mi
otro hijo por el color de su bandera[7]
y no sepa que le dice,
le diré que, tranquilo, será
uno de los nuestros.
Sé que miento y esta es
la única verdad que me
queda,
el único credo que me pone
al lado de los que toman
decisiones,
con decirlo justifico lo que
he hecho
y lo que he dejado de hacer;
llevaré a la cruz a un
oscuro profeta
por haberme lavado los pies
una noche sin destino,
el bienestar es todo a lo
que uno puedo aspirar
por encima de todo
pues no creo en la otra vida[8],
y hay que divertirse si es
preciso
bailando sobre todas las
tristezas.
Lloré algún día
por los negros apaleados
que se amotinaron en las
Murallas del Ángulo,
pero eso es otra historia,
aquel día estaba enfermo
y nadie vino a visitarme.
8
Paráfrasis del poema "Al
Príncipe".
Ma per colpa anche di questo nostro mondo umano,
che ai poveri toglie il pane, ai poeti la pace.
Pero por culpa también de este humano mundo nuestro
que quita el pan a los pobres y la paz a los poetas.
(Pier Paolo Pasolini – Al Príncipe)
che ai poveri toglie il pane, ai poeti la pace.
Pero por culpa también de este humano mundo nuestro
que quita el pan a los pobres y la paz a los poetas.
(Pier Paolo Pasolini – Al Príncipe)
Si se oscurece el sol y nunca vuelve,
si los caminos pierden
su propio curso
y no ofrecen salida,
si aparece la culpa con su paso renqueante
y me recuerda el daño que he engendrado
confesaré que nunca había temido a la muerte
con la desesperación de un loco perseguido,
la ingenuidad temible que acosa a los poetas.
Confesaré que tuve lo más deseado
y no supe distinguirlo confundido por los sueños
y no pude abrigarlo cuando caía la noche,
pues luché amargamente
por el aplauso pasajero
y trivial que confundía el cardo con la rosa
cuando tenía la poesía y el amor.
Ahora tengo tiempo pero me falta la paz,
queriendo huir de mí mismo voy de un sitio a otro
sin aprehender nada nuevo en el camino,
sin escribir los versos que recuerden
mi paso por este marco que hierve en la memoria
que ya no será mía,
ya no persigo hallarlos en los pétalos marchitos de mi alma
ni prendidos al viento que muere con la tarde.
Apartaré mi voz
sin dejarla abierta en la herida que tiembla
escondida en un recuerdo ardiente,
sin esperar que fluya
en las ramas del tilo que brillan en primavera,
sin poder transcribirla por culpa de mi mente
que no quiere encontrarla si no es para el cuidado
que no vi
cuando ascendía a los abismos,
que no sabe llamarte y aún en la sombra hiere.
Apartaré mi voz para que tú la abras
en el recuerdo tierno que tengas de mi amor.
Si oscurece el sol, si la sombra brilla,
si la vida no ofrece
más que un único camino minado de reproches
y lamentos,
si la ingenuidad lleva a la muerte
a quien cree con los ojos cerrados
en la bondad primigenia de los hombres,
si las huellas volvieron con las quejas y sin el pan
confesaré que el destino se burla sin piedad
del sueño legítimo y necesario de los pobres
y masacra sin desvelo
el delirio pueril de los poetas.
9
Sacerdotes
He pensado mucho
en Ramón Ataz en estos días, en cierta forma muchas de las cosas que he escrito
han podido verse modificadas por la impresión, difícil de explicar, pero
cierta, de pesimismo valiente lleno de esperanza que me ha dejado su despedida.
Reconozco que al escribir éste que os presento, el más osado de todos los que
he escrito puesto que en su búsqueda olvidó que existen las cuerdas y las redes
o que siempre puede haber un lugar seguro donde guardar la ropa antes de
mostrar una herida, su recuerdo era vago y difuso.
Pero no puedo
reprimir mi admiración hacia un hombre que no solamente sabía latín, estoy casi
seguro de ello, sino que lo amaba, de eso no me cabe la menor duda, y lo
mostraba siempre con la humildad del peregrino iluminado, nunca se subió al
púlpito para hacerlo. La causa de que no le dedique el poema abiertamente no es
otra de que me queden muchas dudas de que el poema esté a la altura de lo que
él merece.
Por
pasar, puede ocurrir de todo en esta vida,
tan monótona y siempre abierta a la sorpresa.
Este poeta que se burla de su sombra y el destino
podría ser bendecido por el pueblo
que le volvió la espalda cuando necesitaba
calor en el largo invierno que su alma fingía
y algo esperaba
mover en las conciencias con su aullido temerario,
mas no por el sacerdote
que desde la primera fila podrá ver
las arrugas profundas que el hambre
y la verdad habrán labrado.
No es algo que yo diga,
es por todos admitido,
cada cual en su escenario despliega lo que tiene,
y ya sabe el actor que vive por las mujeres
que, casi nunca, visitan el camerino
cuando se apagan las luces.
Desconfía, Horacio,
incluso de aquellas almas delicadas
cuando se olvidan del hombre e imponen con voz
condescendiente el brillo de su sotana,
ellas no soportan el verbo temerario
de quien ya no sabe lo que dice,
pero en sus metáforas absurdas les recuerda
el origen de la miseria de sus triunfos.
tan monótona y siempre abierta a la sorpresa.
Este poeta que se burla de su sombra y el destino
podría ser bendecido por el pueblo
que le volvió la espalda cuando necesitaba
calor en el largo invierno que su alma fingía
y algo esperaba
mover en las conciencias con su aullido temerario,
mas no por el sacerdote
que desde la primera fila podrá ver
las arrugas profundas que el hambre
y la verdad habrán labrado.
No es algo que yo diga,
es por todos admitido,
cada cual en su escenario despliega lo que tiene,
y ya sabe el actor que vive por las mujeres
que, casi nunca, visitan el camerino
cuando se apagan las luces.
Desconfía, Horacio,
incluso de aquellas almas delicadas
cuando se olvidan del hombre e imponen con voz
condescendiente el brillo de su sotana,
ellas no soportan el verbo temerario
de quien ya no sabe lo que dice,
pero en sus metáforas absurdas les recuerda
el origen de la miseria de sus triunfos.
[1] Que me
gusta enfangarme porque el barro es materia pobre y por lo tanto pura /que
adoro la luz solo cuando no ofrece esperanza.
(Análisis tardío)
[2] “Una vitalidad desesperada” nos define claramente a un poeta distinto que
llega adonde otros ni siquiera sospechan que se pueda ir.
[3] El descubrimiento de Pier Paolo Pasolini como poeta ha sido para mí muy
posterior al del cineasta, y, sin duda alguna, sin negar sus méritos en esta
última faceta, es el campo donde mejor supo desarrollar sus inquietudes, su
búsqueda áspera, a veces agónica, y siempre sincera de su verdad como hombre.
Moderno o clásico, no lo sé, rotundo y sincero siempre, en su expresión me
recuerda al Cesare Pavese de ”Lavorare Stanca” (Trabajar cansa), al menos en
los poemas de corta extensión y de carácter confesional y narrativo al mismo
tiempo. La maldición del “oficio” del poeta es recurrente, la relación con el
hombre que vive una situación y un tiempo concretos, con los que nunca se debe
estar de acuerdo mientras haya injusticias, es agria y sin concesiones, y las
adereza levemente con la ternura de los momentos que se viven en el recuerdo,
ese lugar en donde podemos llenar de significado situaciones que parecen pasar
casi desapercibidas, y que añoramos cuando somos conscientes de la
imposibilidad de su retorno.
[4] He creído
ver ciertas similitudes entre la clase media italiana a la que atacó el poeta
italiano con la española del desarrollismo. Yo mismo sentí mucha tristeza
cuando de niño me contaban los lazos casi familiares que tenían unas familias
con otras durante la larguísima posguerra española y comprobar que de aquel
cariño y aquella complicidad se había pasado a la competencia y a la
ostentación, algo se había roto y nunca ya podría recomponerse. Las magníficas
películas neorrealistas italianas quizás reflejen un mundo más brutal
resultante de la miseria que el que tenía mitificado Pier PaoloPasolini;
pobreza, belleza, juventud, santidad son palabras que asocia frecuentemente
como aquello que hubiera querido tener siempre.
[5]…me recuerda mucho a Caravaggio por la sinceridad brutal con la que acometían
sus facetas artísticas y mezclaban la belleza más exquisita, incluso mórbida
cuando acometían temas religiosos y los dotaban de un atractivo demasiado
terrenal, con la fealdad y la decrepitud resultantes del paso del tiempo y las
dificultades extremas en la vida de algunas personas. En el aspecto de la
manera de proceder de un buen cristiano es el otro Miguel Ángel, el Divino y
eterno cabreado, quien le sirve de referente, amaba la piedad como un impulso
solidario, emotivo y, a ser posible, anónimo que emana de las enseñanzas de
Cristo, y sentía una repulsión irreprimible hacia la caridad, no por ella misma
en la que reconocía su valor, sino por la consecuencia exhibicionista en que
suele derivar para lavar la conciencia y fortalecer la imagen de ciertos grupos
humanos y la falta de tacto de éstos hacia la dignidad humana de los
desfavorecidos con quienes la practican. (Debate con Hallie)
[6] En la época
aquella en la que se nos intentaba decir que un acontecimiento marcaba el
comienzo de una tendencia. Las segundas puertas del baptisterio de Florencia
eran el hito de la irrupción del Renacimiento en la escultura..
[7] Sé que no es
bueno aclarar demasiadas cosas en un poema, pero ésta es muy significativa y me
puede el miedo de ser malinterpretado,
no creo en las banderas.
[8]
Casi todas las personas ateas o agnósticas que conozco las tengo entre las
mejores, respetuosas con las ideas de los otros y tan deseosas como el que más
de que exista otra vida, pero no quieren engañar a lo que les dicta su razón.
Desconfío de quienes hacen una ostentación exagerada de su falta de fe y un uso
desproporcionado de la blasfemia, hay excepciones, ahora se me viene a la mente
una.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.