Me
ha herido tu amor
y
no sé si he perdido
la
rosa que yacía
en
un cesto olvidado.
Llueven
los bodegones
sobre
mi alma llena
de
dolor o vacía,
con
brusco itinerario.
Pero
vuelve la luna,
y
vuelve con la noche,
un
nido de recuerdos
en
tu balcón colgado.
Me
ha herido tu amor,
que
nunca me creía,
sordo
a este lamento
que
te llamaba siempre.
Sólo
queda cantar
sin
voz, sin armonía,
en
esta noche ambigua
cantar
para quererte.
Siempre emocionando, Enrique.
ResponderEliminarCuando el amor hiere, no puede ya el corazón cantar alegremente, pero esos versos heridos entran en el corazón del lector para quedarse.
Un abrazo.
Creo, Fanny, que cantamos casi siempre que estamos tristes, en esos momentos el amor nos falta o nos hiere y giramos sobre él sin poder asentarnos bajo su manto. Los poemas se mueven en esa fragilidad en la que nos reconocemos.
ResponderEliminarUn abrazo.