miércoles, 8 de julio de 2015

Laura A. M. Martes Santo de 1997


Cae Jesús en la que fue nuestra avenida,
amas a otra, lo sé,
sufro en silencio
sin derramar esta perla
de puñal acristalado en el muro

donde olvidaste representar
la máscara de tus dudas.

Ya no soy joven y tienes una amante
que nunca podrá darte
este gramo de amor que se me ahoga
en el pensamiento único que tengo,
eres tú mi vida y eres 

el advenimiento de mi muerte.

¡Qué triste fue la ajorca

 que me regaló mi hermano,
con el rojo coral y el albo oro
de nuestros primeros besos
cuando yo te alumbraba!

¡Qué amargos los requiebros
cuando van a otro oído burlón
y pasajero!

El Cristo se levanta,
cuesta arriba y silente,
no llega una saeta
para aliviarle en el dolor más profundo
en su bendito rostro amoratado.

Pero mi corazón no puede,
no ha podido seguir.
Por tu culpa, Amigo,
se desgañita y muere
y sigue en su Calvario
con la carga de tres hijos que me dejas
y por quienes sonrío aú en las sombras

de la máscara de tu herida.

Se parecen tanto a ti,
Amado que te vas,
Amante que me pierdes.
Amado que me pierdes.
 
(Laura A. M. - F. E. León)

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.