Abdiqué de la luz.
Ahora soy viejo
y estoy perdido entre las sombras,
enredado en el tiempo y en la muerte,
como tú...
(Arturo Maccanti)
Ahora soy viejo
y estoy perdido entre las sombras,
enredado en el tiempo y en la muerte,
como tú...
(Arturo Maccanti)
Espero tu respuesta,
cae la nieve sobre mi comportamiento
y te enfadas por mi forma de luchar
contra las embestidas que me llegan.
No puedo dejar de ser
ese toro bravo que entra a los castigos,
sin otra razón que por escuchar
el goteo de su sangre,
la llama helada de su corazón
en lengua ardiente.
No hay vanidad
sino ansias
de compartir las emociones
que me embargan.
Vengo de un corredor de casas
cuyos dueños eran judíos,
en las que cantaban hacinados
el flamenco mortal
de la alegría
los andaluces marineros
cae la nieve sobre mi comportamiento
y te enfadas por mi forma de luchar
contra las embestidas que me llegan.
No puedo dejar de ser
ese toro bravo que entra a los castigos,
sin otra razón que por escuchar
el goteo de su sangre,
la llama helada de su corazón
en lengua ardiente.
No hay vanidad
sino ansias
de compartir las emociones
que me embargan.
Vengo de un corredor de casas
cuyos dueños eran judíos,
en las que cantaban hacinados
el flamenco mortal
de la alegría
los andaluces marineros
que reventaron el alba
en el primer destello de mi nombre.
Cerca fluía el arroyo
hacia el que voy y no me importa,
allí encontraré a mis primeros amigos
cuando nos inunde el tiempo
y sean como nosotros
los que nos despreciaron
por nuestra pobreza.
Construyeron edificios
altos
sobre los huesos tibios de la colina
pero yo seguía viéndote en la cúspide
con un pañuelo herido de paz
y una elegancia irreverente y firme
que me mata de celos
quisiera de ti tener
verbos de lo innombrable,
y hasta la norma estricta de tu muerte.
La poesía enfermó de inconsistencia,
formalidad y de hastío
el último septiembre,
¿a qué labios habrá ido
a recobrar la locura?
¿Qué trovador discreto
y apasionado
se alejó para siempre de sus islas?
La vieron en Nueva york
queriendo arrancar las ausencias
de Strand
en un lienzo de Hopper
serio y desangelado.
Los poetas, Laura, ya no están locos;
se envían flores
envenenadas con olor a naftalina
en espacios abiertos,
pétalos de papel
que desprecian el ritmo y la rima
y que huelen a cieno estancado.
No se nos ha perdido
la primera caricia,
aún no está enterrado
nuestro beso primero
en los huertos hollados
por las sombras y la rutina.
Debo andar por los escombros
en los que se humilla al monte de mi infancia
para volver a hablarle al viento
¡Dios mío, cómo te amaba!
En la pequeña ciudad
que ha perdido la luz
de los escaparates
y arrincona su lengua,
todos los hombres
llevan el mismo traje,
todas las mujeres se parecen,
pero tú, amor mío,
habrías de traspasar la entrega
del cristianismo antiguo
que hierve en tu pecho,
duermes entre las flores,
abres mi corazón
al latido de un verso que siempre se extravía,
en la noche de abril de un beso que aprisiona,
mientras Neruda duerme abierto entre tus manos
en un banco rojizo de un jardín de la Argentina.
Cerca fluía el arroyo
hacia el que voy y no me importa,
allí encontraré a mis primeros amigos
cuando nos inunde el tiempo
y sean como nosotros
los que nos despreciaron
por nuestra pobreza.
Construyeron edificios
altos
sobre los huesos tibios de la colina
pero yo seguía viéndote en la cúspide
con un pañuelo herido de paz
y una elegancia irreverente y firme
que me mata de celos
quisiera de ti tener
verbos de lo innombrable,
y hasta la norma estricta de tu muerte.
La poesía enfermó de inconsistencia,
formalidad y de hastío
el último septiembre,
¿a qué labios habrá ido
a recobrar la locura?
¿Qué trovador discreto
y apasionado
se alejó para siempre de sus islas?
La vieron en Nueva york
queriendo arrancar las ausencias
de Strand
en un lienzo de Hopper
serio y desangelado.
Los poetas, Laura, ya no están locos;
se envían flores
envenenadas con olor a naftalina
en espacios abiertos,
pétalos de papel
que desprecian el ritmo y la rima
y que huelen a cieno estancado.
No se nos ha perdido
la primera caricia,
aún no está enterrado
nuestro beso primero
en los huertos hollados
por las sombras y la rutina.
Debo andar por los escombros
en los que se humilla al monte de mi infancia
para volver a hablarle al viento
¡Dios mío, cómo te amaba!
En la pequeña ciudad
que ha perdido la luz
de los escaparates
y arrincona su lengua,
todos los hombres
llevan el mismo traje,
todas las mujeres se parecen,
pero tú, amor mío,
habrías de traspasar la entrega
del cristianismo antiguo
que hierve en tu pecho,
duermes entre las flores,
abres mi corazón
al latido de un verso que siempre se extravía,
en la noche de abril de un beso que aprisiona,
mientras Neruda duerme abierto entre tus manos
en un banco rojizo de un jardín de la Argentina.
(Publicado el 9 de Diciembre de 2014)
Otro enorme poema Enrique,de esos que cuando se leen en público (algo que no haría yo nunca con un poema mío) la gente se pasa diez minutos aplaudiendo a pesar de que en un poema escuchado siempre se nos pierde por el camino parte de su esencia.
ResponderEliminarSe ve que Laura te inspira y te saca de dentro lo mejor que hay en ti.No es la primera vez que le escribes a esa musa real o inventada,eso es lo de menos,con tal de que te inspire maravillas como esta.
Tu poema es un grito desgarrado por la pérdida del amor y de la juventud,pero un grito sereno,resignado,...de alguien sabio ya,de alguien que sabe con certeza de qué va esto de la vida.La vejez,la decadencia, no es más que una parte de esa vida que cuando somo jóvenes nos parece que va a ser para siempre pero que a medida que se acerca el final comprendemos que no es así.Y no se adelanta nada con protestar por algo que es inevitable y entonces surge la resignación,la placidez y tiramos de los recuerdos,lo único que nos queda ya.Y cuando los recuerdos se expresan así,con esta dulzura,creo con toda la certeza del mundo que se está viviendo de nuevo una vida plena y satisfactoria que vuelve a hacernos felices porque la poesía,en contra de lo que algunos opinan,también es vida plena...
El poema da para mucho y me estaría hablando de él mucho más tiempo,pero no quiero cansarte.Solo destacar de entre tanta maravilla estos versos que,al leerlos,he pegado una especie de brinco que no es otra cosa que la emoción producida al leer algo que estaba ya dentro de mi de alguna forma.Una especie de coincidencia en el sentir.Eso creo que es el origen de toda emoción...
"La poesía enfermó de inconsistencia,
formalidad y de hastío
el último septiembre,
¿a qué labios habrá ido
a recobrar la locura? "
"Los poetas, Laura, ya no están locos;
se envían flores
envenenadas con olor a naftalina
en espacios abiertos,
pétalos de papel
que desprecian el ritmo y la rima
y que huelen a cieno estancado."
"No se nos ha perdido
la primera caricia,
aún no está enterrado
nuestro beso primero..."
"...mientras Neruda duerme abierto entre tus manos..."
Un abrazo poeta.
No sé, Joaquín, si es para mí más difícil asimilar la indiferencia en la que se suelen mover mis poemas o el esmero con el que los trata alguien como tú, con un espacio y un prestigio bien ganados. Solo me queda agradecerte la dedicación y ese tiempo que empleas en analizar lo que se va diciendo en el poema, créeme, es un privilegio el que me otorgas y que yo te agradezco sinceramente. Es evidente que el poema crece por el hecho de haber captado tu atención, estamos hablando de un poeta importante.
ResponderEliminarUn abrazo.