sábado, 1 de junio de 2019

According to Leonard (1) 1 de julio. ***

miércoles, 29 de mayo de 2019


According to Leonard Cohen



I

I lost my way

"Perdí mi camino, no supe amarte,
olvidé invocar tu rostro entre las brumas
del invierno gris
cuando aparecieron en tus ojos las galernas
y latieron los corazones prístinos
contra el mundo
mientras fluían las lágrimas
de mi perdida victoria, de tu patético triunfo.

II

Pero tú aún estás aquí
cuando te canto en el portal
por la mañana 
y acaricio la memoria del geranio
de tu alféizar por la noche.

Tú siempre has estado aquí 
cuando respiro
en tu nombre de espliego cincelado
y te siento detrás 
de una ventana sin cortinas que se mueve.

El mundo acaba olvidándolo todo
y nosotros nos escondemos ante sus garras
y el corazón es un torbellino de itinerarios,
pero tu nombre unifica el interior,
y el mundo se levanta en su lugar
para quererte como si fueras mía.

Bienaventurado el que espera
en el corazón
de los viajeros para que regresen. "


III

Sacerdotes

1



¿Quién te cantará
un poema de amor
cuando al fin yo sea
el señor de tu cuerpo,
de tu pequeño templo
en medio de la cruz
que todos los profetas
hayan ya profanado?

2



Tu pecho se desmiembra como un charco de muerte
cuando pienso en tus ojos sin luz en la almohada,
transeúntes de esquinas vomitan el diciembre
donde caen palomas en torres de cemento
y el pozo del quejío abierto en las paredes
alumbra los acordes de un cíclope en su vientre.

Entonces tu palabra se alimenta de espiga,
de tintas que el olvido arrastra a los altares
donde los sacerdotes sacrifican a Cristo
y tu voz se estremece con un grito de escarcha
porque no luce estrella para guiar tu herida,
porque no queda tierra que tus venas no escuchen
y ya no brota sangre en tu rostro de hielo
ni una frase de amor esbozada en el aire.

¡Duerme, ay  Enrique, duerme, no digas nada, sueña!

Tu corazón gitano, ahora que te has ido
y no vuelve la aurora,
sigue herido de vida, inspirado de muerte.



IV

Marianne



Pero me emocioné sinceramente,
de una manera antigua que se me hizo extraña,
cuando advertí en sus ojos
que eras tú quien reías y llorabas,
y llorabas
como si volvieras
a otros escenarios del recuerdo y arrancaras
a Marianne de la suave marea que aún mece
su isla…      
                                              para decirle adiós riendo entre lágrimas.


_________________

domingo, 19 de mayo de 2019


Fotografía - 1964

 A Miguel Aurelio en el Barrio La Viña 1987.






Pavese vuelve a morir cada vez que te miro y no me encuentro
como un lobo enjaulado.
Es agosto y esta ciudad se ha llevado el rumor del río.
Nietszche vuelve a vivir en tu locura.
(Conversaciones con Laura - Turín, 18 de mayo de 2019)




1



Estás ahí, en ese trozo de papel borrado
que ya no habla de cambios 
y de justicia
en los tugurios donde la bruma se detiene,
estás en mis brazos cuando duermes
con el deseo de amarte por encima de las hojas
y de la muerte 
cuando respiras en mis labios,
con mi sombrero azul de fieltro en mis rodillas, 
caminas por el nácar de un negativo borroso
como la nube de polvo que mecía 
every morning your pillow with my hand
y el vestigio de una plegaria perseguida
por la virgen sin luz
 de la capilla cerrada
que de sangre perdía el clavel del Mentidero.

2

 El poema manchado de tu silla
y el vino de la noche
descienden a tu rostro de sirena oprimida
por el vuelo nervioso de una alondra
que no pliega las alas y emprende otro camino
como un hueco en el salón
que golpea en las ramas de una puerta
porosa, 
                 ebria, 
torpe, 
atormentada
como la juventud que no fue nuestra 
y llora
cada vez que me asomo a la baranda de tus labios,
al amargor de los helechos
de un niño ciego amortajado por el amor
que no supo quererme cuando llegó la noche larga.


(Memorias de Hydra) 

domingo, 12 de mayo de 2019


Nocturno de las Palmeras

Yo sé bien que esta noche
 desangelada y fría
me llevará a la sombra de la calle que pasa
que tome por sorpresa algún coche extraviado
entre los focos blancos de una eterna promesa
mientras busco en la senda de los viejos retratos
una mirada tuya que pueda acompañarme.
Yo sé muy bien que entonces inundará mi rostro
el vendaval errático que sufre tu agonía
y cruzaré la calle con la lluvia ligera
que empiece a concentrarse sobre los adoquines
a rodear las almas quietas de las farolas,
y escribiré canciones del amor y la muerte,
caminaré sin sombra entre los soportales
que acojan solitarios amantes que conversen
y la vía desierta cobrará algún calor.

Te diré que te quiero, nunca llegó el olvido
al corazón que espera tenerte en la alborada.

Las palmeras mojadas, mecidas por el viento
parecen detener la esperanza un instante
y la muerte estará más cerca se la barca
anclada de tu alma que cruza la bahía, 
y los pechos caídos se erguirán para siempre
y pensaré de nuevo en Eleanor Rigby,
Ah look at all the lonely people![1]  




[1] Paul McCartney: ¡Oh, mira a toda esa gente sola!
Yo sé bien que esta noche
 desangelada y fría
me llevará a la sombra de la calle que llueve
y toma por sorpresa algún coche extraviado
entre los focos blancos de una eterna promesa
mientras busco en la senda de los viejos retratos
una mirada tuya que pueda acompañarme
y ya no me conoce.
Yo sé muy bien que entonces inundará mi rostro
el vendaval errático que sufre tu agonía
y cruzaré la calle con la lluvia ligera
que empiece a concentrarse sobre los adoquines
a rodear las almas quietas de las farolas,
y escribiré canciones del amor y la muerte,
caminaré sin sombra entre los soportales
que acojan solitarios amantes que conversen
sobre los adoquines que escriben en sus costillas
y la vía desierta que cobrará algún calor.

Te diré que te quiero, nunca llegó el olvido
al corazón que espera y no tiene esperanza.

Las palmeras mojadas, mecidas por el viento
parecen detener la angustia de un instante
y la muerte estará más cerca se la barca
anclada de tu alma que cruza la bahía, 
y los pechos caídos se erguirán para siempre
y pensaré de nuevo en Eleanor Rigby,
Ah look at all the lonely people![1]  




[1] Paul McCartney: ¡Oh, mira a toda esa gente sola!

El rumor del puerto - 1 de marzo


Estuve en la oscuridad mucho tiempo, 
no puedes pedirme ahora que me asome
y mire por la ventana, 
que desee volver a la herida 
luminosa de tus mares,
a las velas encendidas de mi naufragio ansiado.

Salgamos por la noche; busquemos lo perdido
en el rumor del puerto,
en la soledad de la taberna cuando la música se apaga,
pensemos en la niebla que azotaba la escollera
cuando me amaste sin saberlo
ese agosto que encallaron tus encantos
en mi cálida lujuria, en mi alma peregrina.

La voz de las farolas ya no podrá dañarme,
pensaré que tuve el resplandor 
de tu recuerdo ardiente en una esquina,
el silencio de tu piel mortificando mis labios
cuando podía mirarte en el zaguán de los deseos
con la esperanza firme
de que todos tus pensamientos me buscaran
y las nubes me empujaran siempre a tu vestido.

Ahora vuelven los vientos al llano escarpado
que emite tu latido más denso  y entrañable,
a la verbena desgajada que recoge el pergamino
de los mensajes mecidos por las olas,
de los acantilados donde el mar busca la muerte
y no encuentro las alas de tus brazos en cruz,
no se ha tejido un manto 
para cubrir la capilla desangrada de tu culto,
para entregarte las manos que acariciaron tus copas.

Estuve en la oscuridad mucho tiempo, 
no puedes pedirme ahora que me asome
y sienta las calles con una rosa en la mirada, 
que desee volver a la niebla 
luminosa de tus mares,
a las velas encendidas de un desastre anunciado.

Salgamos por la noche; busquemos lo perdido
en el rumor del puerto,
en la soledad de la taberna cuando la música se apaga,
pensemos en la espuma que azotaba la escollera
cuando me amaste sin saberlo
ese agosto que encallaron tus encantos
en la cálida lujuria de mi alma atormentada.

La voz de las farolas ya no podrá dañarme,
pensaré que tuve el resplandor 
de tu vestido ardiente en una esquina,
el silencio de tu piel mortificando mis labios
cuando podía mirarte en el zaguán de los deseos
con la esperanza firme
de que tus pensamientos me buscaran
y las nubes me empujaran hacia el encaje de tus medias.

Ahora vuelven los vientos al llano escarpado
que emite tu latido más denso  y entrañable,
a la verbena desgajada de tu barrio
que recoge el pergamino
de tu mensaje ahogado por las olas y por el llanto
de los acantilados donde el mar busca la muerte
y no encuentro la cruz de tus brazos en el camino,
no se ha tejido un manto de recuerdos
para cubrir la capilla desangrada de tu culto,
para entregarte las manos que acariciaron tus copas.



Nuevas memorias de Hydra

Te desearé en las escalinatas que no conoces,
pensando en la amargura que me trae la sombra,
que se adueña de cada habitación que cruzo
como un poeta que ha perdido la paz,
y espera en la puerta del museo 
que no supo guardar la inocencia de tu blusa,
en la soledad del puente donde muere la rosa 
y pasan los recuerdos, 
en el arco que mece las cenizas de la tarde 
mientras me hiere el aire que siempre llega 
con la sábana de tu rostro
y me dice que ya no serás la misma,
que pensarás en mí en cada latido,
que llorarás el filo de mi ausencia
pero no podré verte con los ojos de antes. 

***

Miro los edificios de nuestra adolescencia
sabiendo que los amigos no siempre lo fueron, 
que mi amante no me esperó en la orilla 
inabordable de sus ideas;
nunca admitió que las flores mueren 
cuando llega la noche a los pétalos cerrados,
que cada héroe lleva un monstruo en las entrañas,
que el tiempo nos devora 
aunque hayamos vivido el despertar de un sueño, 
aunque siga tu sonrisa en una urna clara
y se despliegue como una oda 
que arde en los labios del recuerdo
y persiste en los derrubios
edificados por la profundidad de los tejados,
por las reminiscencias de una palabra
de reconciliación perdida en el viento.

***

Siempre arrastré las llagas de tu culpa 
y lloré por las cartas que no quise leer, 
por las llamadas que no quise escuchar
mientras me acorralaba tu vestido
en una sala oscura, 
por el rechazo que ahondaba en mis venas
de todo lo que me llegaba de ti en esos días.

Regresé de la muerte para hablarle a la soledad
y sentí en su desierto
 el miedo y la herida de los profetas olvidados,
las islas emergían entre los edificios macizos
de una ciudad antigua que no podía protegerme,
escribí palabras de amor que no querían llevar tu nombre
y no esperaba nadie,
sufrí los lugares que tuvieron nuestra risa
por el desapego que sentiste por tu propia imagen,
por las ideas que no mantuviste en el jardín 
erigido por las ramas de tu memoria de niña.

***

Vuelvo al tiempo de los besos acorralados, 
de los laureles erguidos en el parque de plata
que ya no nos espera, 
a los bancos de piedra que ya no son los mismos
ni recogen la firma de tu mano nerviosa
como si quisiera gritarte 
lo que te quería en los recovecos
de los jardines de las murallas, 
en el foso
que aún guarda el color de nuestras nubes,
en el velo del mar que atraviesa 
la pulpa de los naranjos del paseo todavía,
como si quisiera abrazarte de nuevo
en los surcos del agua 
que se adentra en la noche de las barcas perseguidas
que gimen en la arena
como una sirena que ha perdido el canto
y horada con los ojos su amargura, 
en los espigones derruidos por el salitre y las olas
donde la luna araña tu sombra sobre la tierra.

***



Estuve en la oscuridad mucho tiempo, 
no puedes pedirme que mire por la ventana, 
que desee volver a la herida 
luminosa de tus mares,
a las velas encendidas de mi naufragio ansiado.

Salgamos por la noche; busquemos lo perdido
en el rumor del puerto,
en la soledad de la taberna cuando la música se apaga,
pensemos en la niebla que azotaba la escollera
cuando me amaste sin saberlo
ese agosto que encalló en mi alma peregrina.

La voz de las farolas no podrá dañarme,
pensaré que tuve el resplandor 
de tu recuerdo ardiente en un poema,
el silencio de tu piel mortificando mis labios
cuando podía mirarte en el zaguán de los deseos
con la esperanza firme
de que todos tus pensamientos me buscaban.

Ahora vuelven los vientos al llano escarpado
que emite tu latido más denso  y entrañable,
a la verbena desgajada que recoge el pergamino
de las botellas mecidas por las olas,
de los acantilados donde el mar busca la muerte
y no encuentro las alas de tus brazos en cruz,
no se ha tejido un manto 
para cubrir la capilla desangrada de tu culto,
para entregarte las manos que acariciaron tu pecho.

Muere mi corazón (3) 25 de marzo - V

Muere mi corazón en la deriva
como el barco que zarpa con un lobo en el puente
y encara la agonía amarga de los mares
que castigan las sendas y arrinconan los puertos
para adornar las flores de un aliento perdido,
para romper los horas que duermen en la espuma
y llegan a tus pies para seguir muriendo.

Tu amor es una herida que hierve en los estanques
y abre la serenata de un sueño interrumpido
que vuelve a los balcones tiernos de la tormenta  
En la huella de mármol que detiene su pulso
y vuelve a las arenas del olvido 
llora mi voz antigua aprisionada
por la zarza transida que crepita en la noche
y se agolpa en los muros
de una niñez dichosa a pesar de la muerte,
donde guardo las voces calladas que pasaron
y yace en una fosa la rima de un poema.

***


Muere mi corazón en la deriva
como el barco que zarpa con un lobo en el puente
y encara la agonía amarga de los mares
que castiga las sendas y arrincona los puertos
para adornar las flores y un aliento cansado
con el torvo presagio de un amor extinguido,
para romper los horas que duermen en la espuma
y llegan a tus pies para seguir muriendo.

Tu amor es una herida que hierve en los estanques
y abre la serenata de un vuelo interrumpido
que sueña en los balcones tiernos de la tormenta
y atraviesa los besos ardientes de la playa.
En la huella de mármol que detiene su pulso
y vuelve a las arenas del olvido
vaga mi soledad, sufren tus versos,   
llora mi voz antigua aprisionada
por la zarza transida que crepita en la noche
y se agolpa en los ojos
de una niñez dichosa a pesar de la muerte,
donde guardo las voces calladas que pasaron
y yacen en una urna las ruinas de las flores.  

Vuelvo a los bancos de piedra - 21 de marzo - V



Vuelvo al tiempo del árbol, la luz y de los besos 
tibios y acorralados por las frases extrañas, 
de los sueños erguidos 
que ya no nos esperan en el parque de plata,
al Campillo sin llave 
que abrió nuestro sentido al fuego de tu espalda, 
al Alfonso Murube derrotado y vacío,
al laurel de la India que no pierde sus ramas
y extiende su figura sobre nuestra memoria
y los bancos de piedra que ya no tienen alma
ni recogen la firma nerviosa de tu mano 
pergeñando la rima honda de una asonancia.

 Vuelvo a los recorridos de tu voz en tu esquina
como si te gritara 
que te quise en el aire y en la rosa,
en la terraza gris de las murallas 
y en el pequeño foso que agita la tormenta
que enredó las espinas y tu silencio guarda
en la sombra del faro que navega cautivo
en el velo del mar que atravesaba 
la pulpa de los tilos del paseo que vibra
al percibir tu ausencia en un rincón del agua.

2

Regreso a las entrañas confusas del pasado,
a la acera desierta en donde te esperaba
como si fueras verbo en la lengua del mar 
que se adentra en el llanto de las ninfas varadas
y arrastra su agonía por la arena
como una prima donna que ha perdido la gracia,
ha perdido las cuerdas y no puede cantar
y horada con los ojos su amargura en la nada,
en el camino roto por el viento y las olas
donde la luna araña 
tu falda de silencio sobre el lecho de tierra
que convierte sus brazos en una encrucijada
de caricias perdidas
que nunca se han movido de mi boca angustiada
que te llama en las flores, riega mi soledad,
atraviesa los barcos huecos de la ensenada.




1

Vuelvo al tiempo del árbol, de la luz y los besos 
tibios y acorralados por las frases extrañas, 
de los sueños erguidos 
que ya no nos esperan en el parque de plata,
al Campillo sin llave 
que abrió nuestro sentido al fuego de tu espalda,
al Alfonso Murube derrotado y vacío,
al laurel de la India que no pierde sus ramas
y extiende su figura sobre nuestra memoria
y los bancos de piedra que ya no tienen alma
ni recogen la firma nerviosa de tu mano 
pergeñando la rima honda de una asonancia.

 Vuelvo a los recorridos de tu voz en la esquina
como si te gritara 
que te quise en el aire y en la rosa,
en la terraza gris de las murallas, 
en el pequeño foso que agita la tormenta
y enredó las espinas que tu silencio guarda
en la sombra del faro que navega cautivo
en el velo del mar que atravesaba 
la pulpa de los tilos del paseo que tiembla
cuando toca tu ausencia en un rincón del agua.

2

Regreso a las entrañas confusas del pasado,
a la acera desierta en donde te esperaba
como si fueras verbo en la lengua del mar 
que se adentra en el llanto de las ninfas varadas
y arrastra su agonía por la arena
como una prima donna que ha perdido la gracia,
no sostiene las cuerdas y no recuerda el canto
y horada con los ojos su amargura en el alba,
en el camino roto por el viento y las olas
donde la luna araña 
tu falda de silencio sobre el lecho de tierra
que convierte sus labios en una encrucijada
de caricias perdidas
que nunca se han movido de mi boca angustiada;
te llaman en las flores, riegan mi soledad,
atraviesan los barcos huecos de la ensenada.



1

Vuelvo al tiempo del árbol y de la luz,
de la canción que impregna tus ojos de nostalgia, 
a los hombres tan solos de las Puertas del Campo
que siguen persiguiendo la cruz en la mirada
y mueren en la tarde
de los besos heridos que nublan tus palabras
y marcan el sendero
tibio y acorralado de las lenguas extrañas 
que talan el aliento de los sueños erguidos 
que ya no nos esperan en el parque de plata
ni recogen la cita de los labios inquietos
que tocan anhelantes un aire de guitarra.

2

Los arbustos recuerdo del Campillo sin puertas 
que abrió nuestras caricias,  la brisa de tu falda,
del Alfonso Murube que recoge el cuero
derrotado y vacío del fondo de las gradas
y sus héroes mustios apuntando a la muerte,
del laurel de la India que no pierde sus ramas
y extiende su figura sobre nuestra memoria
y los bancos de piedra que ya no tienen alma
ni despiertan la firma nerviosa de tu mano 
pergeñando la huella honda de una asonancia.

3

 Vuelvo a los recorridos de tu voz en la esquina
como si te gritara 
que te quise en el aire 
y en la rosa secreta en tu libro asentada
con un manto de espinas que cubría tu rostro
en la terraza gris de las murallas, 
en el pequeño foso que agita la tormenta
y enredó los arbustos que tu silencio guarda
en la sombra del faro que navega cautivo
en el velo del mar que atravesaba 
la pulpa de los tilos del paseo que tiembla
cuando toca tu ausencia en un rincón del agua.

2

Regreso a las entrañas confusas del pasado,
a la acera desierta en donde te esperaba
como si fueras verbo en la lengua del mar 
que se adentra en el llanto de las ninfas varadas
y arrastra su agonía por la arena
como una prima donna que ha perdido la gracia,
no sostiene las cuerdas y no recuerda el canto
y horada con los ojos su amargura en el alba,
en el camino roto por el viento y las olas
donde la luna araña 
tu falda de silencio sobre el lecho de tierra
que convierte sus labios en una encrucijada
de caricias perdidas
que nunca se han movido de mi boca angustiada;
te llaman en las flores, riegan mi soledad,
atraviesan los barcos huecos de la ensenada.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.