viernes, 14 de junio de 2019

El Rumor del puerto - 14 de junio

Quizás vuelva algún día a pasear
mi desesperación por este puerto,
y derrame mi vaso en vestidos de fiestas,
y busque un qué sé yo entre sombras que hablen,
y recuerde el amor que alguna vez me diste,
el olvido que respira en tus hombros de hierro,
la verdad que me hiere de tu rostro de ninfa. 
 
 

 
Estuve en la oscuridad durante muchas lunas,
no puedes pedirme ahora que me asome a tu mirada
y salga a las calles
con una rosa blanca en la mano de tu espejo, 
con una herida en la memoria de tu nombre,
que desee volver a la niebla
luminosa de tus mares,
a las velas encendidas de un naufragio apagado.

Salgamos por la noche; busquemos lo perdido
en el rumor del puerto,
en la soledad de la taberna cuando la música se pierde,
pensemos en la espuma que azotaba la escollera
cuando me amaste sin saberlo
ese agosto que encallaron tus encantos
en la cálida lujuria de mi alma atormentada.

La voz de las farolas ya no podrá dañarme,
desvelaré que tuve el resplandor
de tu vestido ardiente en una esquina,
el silencio de tu piel mortificando mis labios
cuando podía mirarte en el zaguán de los caprichos
con la esperanza firme
de que tus sentimientos me buscasen
y las nubes me llevaran al encaje lúbrico de tus medias.

Ahora vuelven los vientos al llano escabroso
que emite tu latido más denso y entrañable,
a la verbena desgajada de tu barrio
que recoge el pergamino
de tu mensaje ahogado por las olas y las lágrimas
en los acantilados donde el mar busca la muerte.

Y no encuentro la cruz de tus brazos en el camino,
no se ha tejido un manto de recuerdos
para entregarte las manos que acariciaron tus copas,
para cubrir la capilla desangrada de tu culto
.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.