Te llamará
el lamento de los tordos oscuros
que muerden el
ocaso triste de la frontera
y extienden sus
cortinas
nublando el
cementerio de los montes
y la promesa
verde guardada en el olvido,
en los ojos
velados que surcan la mezquita
y no miran la
infancia que brinca en los estanques,
vela en la
madriguera del recuerdo
y vibra en el
arroyo que agoniza en las cañas,
que cumple su destino
y no vuelve al colegio de rejas rodeado
que rompía las alas
de un remo tabernario dentro de una botella.
Naufragio del Lobo
Como el barco que zarpa con un lobo en el puente
Como el barco que zarpa con un lobo en el puente
quieres rezar la salve en un mantón de tejas
y buscar tiernas puntas en las faldas del Hacho
para adornar las
flores de su ruta perdida
para romper
el sueño que duerme en la espuma,
en un rostro de
mármol que detiene su aliento
y forja sus
cadenas
en la zarza
transida que crepita en el duelo
de las ramas de
luto que cuelgan de tus brazos,
en la copla
que pena en el pozo sombrío
de la Almadraba
oculta del converso,
en la risa
que llora y se adentra en la playa
de la higuera
silvestre que siente los latidos
de los
contrabandistas que tiemblan en las rocas
y no escuchan el
rostro que te lleva
a los prados sin pulso donde mora la muerte.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.