viernes, 7 de junio de 2019

Recuerdo del Naufragio *** (En nombre de la muerte).

Recuerdo del Naufragio


Y yo sentí un amargo desconsuelo 
al pensar que ya nunca las tres hijas 

nos dirían adiós con el pañuelo... "

(José del Río) 
1
Como el barco que zarpa con un lobo en el puente
quieres rezar la salve en un manto de tejas
y buscar tiernas calas en las faldas del Hacho
para adornar las punta de su ruta perdida 
para romper los sueños que duermen en la espuma,
en la estela de mármol que detiene su pulso
y forja sus cadenas
en la zarza transida que crepita en el duelo
de las ramas de luto que cuelgan de tus brazos,
en la copla que pena en el pozo sombrío
de la Almadraba oculta del converso,
en la risa que llora y se adentra en la playa
de la higuera silvestre que siente los latidos
de los contrabandistas que tiemblan en las rocas
y no escuchan el rostro que te lleva 
a los prados desiertos donde vive la muerte.

2


Te llamará el lamento de los tordos oscuros
que muerden el ocaso triste de la frontera
y extienden sus cortinas
nublando el cementerio de los montes
y la promesa verde guardada en el olvido,
en los ojos velados que surcan la mezquita
y no miran la infancia que salta en los estanques,
vela en la madriguera del recuerdo
y vibra en el arroyo que agoniza en las cañas,
 que cumple su destino
y no vuelve al colegio de rejas rodeado
que rompía las alas
de un remo tabernario dentro de una botella.

3
Siento, en el alma siento
el amor y la muerte
en la misma sonrisa, 
en la misma mirada.


Cuando llega la noche, entre los eucaliptos
que guardan la colina, gimen mustios los ojos,
derraman en tu lápida encalada
los trémulos cristales tapiados de la ausencia
entre los yertos muros 
de un árbol mortecino que ya no tiene amor
ni un ruiseñor callado,
ni un nombre en las entrañas de un escrito
y rumia en el asfalto las sábanas del viento.

Te llevará la mano transida de la sombra
 que promulga en el lecho la flor de tu condena
entre los gatos negros que murmuran la sangre,
el tormento de garras y aullidos en la vía


del tren de tus mayores que nunca ha regresado.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.