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Mi barrio no es mi barrio,
sin sombra se proyecta
sobre ningún camino.
He dicho tu nombre en el rostro de la alcoba
que acogió en su ventana
un paludismo y una cirrosis
un paludismo y una cirrosis
que nadie supo descifrar mi comprender,
un parto que no consta y aún te duele.
un parto que no consta y aún te duele.
He recorrido los lugares
y los libros
y los libros
que tus doce años imaginaba;
una muerte dulce,
sentida en el otoño
sentida en el otoño
que le cambiaba las flores al verano,
porque el temor a Dios era más cálido,
menos tétrico el aliento que avanzaba
hacia noviembre
y aparecía en la ensenada
la cortina del Este que torturaba los cristales
sin brillo ni defensa de mi soledad,
sin brillo ni defensa de mi soledad,
esa soledad mía que tú llevabas
en los ojos aunque no pueda acordarme
de tu muñeca vestida de domingo,
en los ojos aunque no pueda acordarme
de tu muñeca vestida de domingo,
del dolor que rondaba las mariposas encendidas
flotando sobre el aceite de tu abuela postergada.
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Muchas gracias, Ale, un abrazo. que rompen los retratos
flotando sobre el aceite de tu abuela postergada.
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Muchas gracias, Ale, un abrazo. que rompen los retratos
de los jóvenes
y velorios en la escalera,
y velorios en la escalera,
camina en el bordado de las sábanas
que fueron desgarradas
por el viento
y llora todavía en tu memoria
que fueron desgarradas
por el viento
y llora todavía en tu memoria
por un barrio sin alma que te ha dado la mano
para no entrar solo en la última barca.
Nadie puede explicar adónde fuiste,
quién te llamaba, cómo perdiste la túnica virgen
quién te llamaba, cómo perdiste la túnica virgen
de tu imagen de niña descontenta
que no dudaba de la presencia de Dios,
que no dudaba de la presencia de Dios,
por qué no llegaste a ver la luz del rayo
que traía a tus ojos la alborada.
Quiero que sepas que he sentido emoción leyendo unos cuantos versos tuyos en este blog, Eres un singular poeta.
ResponderEliminarUn abrazo.