Cuando la luz no ofrece esperanza y se me adentra
el verso
de un poeta que calla en el nocturno inhóspito de
una playa tardía,
envejece mi alma por no saber nombrarle, por no saber arrastrar
el peso de mi culpa, por ser testigo ciego del olvido obstinado,
por no reconocer que la vida se me escapa y no conozco a nadie
para que llore por aquello que no hice.
envejece mi alma por no saber nombrarle, por no saber arrastrar
el peso de mi culpa, por ser testigo ciego del olvido obstinado,
por no reconocer que la vida se me escapa y no conozco a nadie
para que llore por aquello que no hice.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.