Si
yo rezara sobre tu amor inerte
como
una tumba abierta
sobre tu voz quebrada,
como
una primavera con el cielo apagado
que
buscara tu olvido,
tu
amor y tus palabras,
sería un
libro ciego que busca una plegaria
para
verte en la calle como si fueras otra
para
hundir en tu cuerpo
extraño la mirada
y
no saber reír, llorar, ni aparecerme
en
el hombre de siempre que siempre te abrazaba.
Si
yo rezara sobre tu amor inerte
la
sombra de tu noche se llevaría mi alma
para
desenterrarla
en
el último verso
que
me hablara de ti, que tu rostro llevara.
Arlequín
volvería a entregarte mi risa
junto
a la Plaza Vieja
con
flores y guirnaldas
para
darle el aliento que le arrancó tu olvido
en
la esquina del mar en donde te esperaba.
¡Oh,
eterno Pierrot del anhelo encallado
que
sufre en los rincones
y por la luna vaga,
no
vengas esta noche a llevarte mi pluma,
la
música no arranques del pecho que la llama!
¿Por
qué mi amor es triste?
¿Por qué lloro en silencio?
¿Por
qué llevas la muerte prendida en la mirada?
¡Ay,
triste carnaval de sueños y pasiones
que
muere cuando reza y llora cuando canta!
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.