He visto solitarios levantarse los vientos
que me ofrecen tu voz de los días lejanos,
siempre vuelves a ti desde un lugar oculto
que guardas de ti misma,
que llenas de silencio.
Tu palabra aparece del recuerdo en la luz
de un verbo cotidiano que brilla en las paredes
de la calle que pasa,
eterna como un árbol que murió en el camino
e iluminó de amor la sombra de sus ramas,
sedienta como el mar que empapa tu camisa
y te espera sin pausa para rozar tu aroma,
en la mirada tienes
un pensamiento antiguo
que evoca los misterios de un diario sin hojas
que dibuja el pasado de poemas confusos
que nadie confesó haberlos desvelado
que ya no tienen voz que entre por la ventana,
pero tú los recitas con devoción ardiente,
en los muros espesos, en estanques sin agua.
Tienes en la mirada un sentimiento claro
que transmite el amor,
que sin palabras habla.
(18 de octubre de 2016)
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.