Veo pasar las alas por el cielo despacio,
oigo
vagar las nubes
con
un viento de queja que no sabe mecerte
y
tu amor no reclama entre los edificios
las
hojas arrugadas de un poema inconsciente,
al
borracho que miente su verdad reducida
como
un niño pequeño que aún no sabe quejarse
y
asustado pretende librarse de sí mismo.
Sigo
anclado en tus ojos y acaricio tu sombra
cuando
miro en el fondo de una sonrisa amarga
y
recuerdo la extraña caricia de unas rimas
en
un cuaderno antiguo
que
huele a tu presencia.
Ya
que todos los vuelos llevaban tu vestido,
y
las lágrimas brotan sobre un papel mojado
en
los sueños azules se esconde una protesta
y
en la noche confusa un hombre enamorado
que
no encuentra la llave sorda que le dejaste
se
lamenta en la lluvia triste que no ha caído.
Veo
pasar tu talle sobre una herida inerte,
sobre
las escaleras que ya saben tu nombre
y
te busco en los días
tiernos que se me fueron
evocando
la llama de fiestas sin sentido,
de
música gastada,
de
miradas sin dueño.
Sigo
buscando el verso y tú la huella larga
de
sueños que acorralan el margen de la vida,
ni
una carta llegó, tampoco tu presencia,
tan solo
en mi camino aparece la muerte.
13 de octubre de 2016
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.