Sueñan
los espigones
fundidos
en las aguas
con
sentir nuestro paso y escuchar la alegría.
Esta
mañana, amor, vuelve la adolescencia,
el
viejo sol se tiende quieto sobre la arena,
se
aproxima el candor
de
los besos furtivos que no quieren marcharse
sin
manchar la memoria de momentos pasados
que
encuentran el abrigo tierno entre las rocas
que
protegen la playa
de
las olas que vuelven como las golondrinas
para
luego perderse entre el aire y el mar.
(17 de octubre de 2016)
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.