Mi niñez en una urna
donde no puedas tocarla,
donde se recluya el aire
que no rozaran tus labios.
Jueves de corredor
contra las cuerdas,
fajador que bascula
en la ceguera,
cumbre de soledad
en la cintura,
golpe que no penetra
en un rostro dormido.
No toques mi niñez,
no abras el misterio,
déjame naufragar
sin tu dios, sin tus mares.
sin tu dios, sin tus mares.
Que me acoja el dolor
humano de los vivos,
que me lleve la suave
tristeza de los muertos.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.