Quisiera ser leucocito
y navegar por tus venas
como si fuera un barquito
bogando en la mar serena.
No estoy ni inspirado, ni informado para hablar de Vainica
Doble, decir que eran muy buenas es quedarse corto; transgresoras, divertidas,
profundas, iconoclastas, desinhibidas, entrañables y
tiernas, muy tiernas[i].
Se echa de menos esa frescura, a veces reseca,
como una lágrima que calara hasta los huesos del alma. Nadie sabe adónde
fueron, pero tengo seguro que habrán iniciado los trámites para llevarlas a la
hoguera; los censores miraban con morbo los escotes y la escasa longitud de las
faldas, mientras ellas decían, sin que pudieran entenderlas, lo que les venía en gana[ii].
Idi Amin se hubiera escandalizado con estas
frescas democráticas. Léopold Sédar hubiera mirado melancólicamente los patos
salvajes llorando por su ausencia. En fin, quienes siempre quisieron escuchar algo
diferente tienen la oportunidad de disfrutar del ingenio nada inocuo de este
dúo que ni triunfó ni fracasó, en ese apartado disfrutaron de la mediocridad
plateada del crepúsculo sin arrebol y sin nieves que se adentren en el mar donde vuelan las golondrinas.
15 de
junio de 2015
un tremendo placer encontrarte
ResponderEliminarme gusta mucho tu alma cuando la desribes en palabras
Gracias, Recomenzar, es muy agradable lograr que alguien pueda escuchar esta deliciosa canción con un fondo más profundo de lo que puede hacer pensar la claridad de su letra.
ResponderEliminarUn abrazo.