Soy de izquierdas,
siempre lo he sido, siempre he tenido un gran interés en decirlo a la primera
oportunidad que se me presentara porque pensaba que así me protegía de los
comentarios incorrectos en una ciudad con un poso de gloria reaccionaria y una
admiración ridícula hacia las celebraciones y los cantos castrenses.
Voté a Podemos en las
primeras elecciones que se presentaron y escribí varios artículos intentando
explicar las razones por las que lo había hecho sin ocultar mi entusiasmo hacia
una opción diferente a nuestro bipartidismo corrupto y empantanado en el
marasmo ante el que Antonio Machado clamara sin ninguna respuesta ni en su
tiempo ni en el nuestro que, cada vez estoy más convencido, es el mismo.
Observo que este
partido, por llamar de alguna forma a esa amalgama dominada por jóvenes de
clase media alta desairada que pretende mitigar el dolor de los desfavorecidos
recurriendo a la caridad social en vez de hacerlo a través de la piedad humana,
tiene más pronunciamientos de cara a los espejos mediáticos que intentando
reflejar la realidad que hay que modificar en el fondo, no en lo superficial
que siempre suele haber en la estética, en la imagen.
Mi motivo principal
para sentirme cansado y desencantado con Podemos tiene que ver con su postura
en las crisis que pasamos en España con los nacionalismos periféricos y,
permíteme esta licencia, xenófobos. Otro motivo que me atañe en la profundidad
de los sentimientos es la postura entreguista que nunca han llegado a desmentir
con convicción hacia tu ciudad y la mía. Esta última cuestión bastaría para
mostrarme en contra de ellos aunque su programa me pareciera muy bueno que no
es el caso. Me avergüenza pasear por las calles de Abyla, pero la amo incluso
cuando me hiere y me dispara a los ojos diciéndome que vengo del arroyo.
Ya sabes que España
entre el fútbol y la política se quedó con lo más importante, pero no nos dejan
que toquemos la pelota. No olvides a tu ciudad, enfréntate a todo aquél que la
desprecia por mucho que te gusten sus palabras de amor, sus requiebros, aunque hermosos, populistas..
12 de junio de 2012
Al igual que me ocurrió al leer el título de Avenida de África en este artículo que leí por ser prosa actuó como señuelo, no solo la coincidencia en términos sociales de pensamientos (no me atrevo a llamarlo ideología), sino sobre todo, que nombraras en la línea final a Ceuta como “Abyla”, su nombre originario fenicio. Y por supuesto, mencionando a Antonio Machado me has ganado.
ResponderEliminarDices que siempre has tenido un gran interés en delimitar enseguida la frontera de tus ideologías, de tu concepción social, con el “soy un hombre de izquierdas”, pero no se si te ocurre lo mismo que a mí, que está tan desvirtuado el concepto “izquierdas” que da grima catalogarse como tal, al menos en el concepto clásico del término.
Y para terminar, yo que soy de la periferia más absoluta, y del descentralismo, vamos…que soy isleña-Africana por la cercanía con el continente y por el amor profundo a Canarias, no tengo sentido del nacionalismo por mucho arraigo que tenga a la tierra en la que por casualidad nací y en la que por vocación isleña vivo.
Hablas en tu exposición del amor a la ciudad y de renegarse a olvidar la ciudad a la que pertenecemos. Así lo siento también , y además la amo con las alas desplegadas porque me siento ciudadana del mundo (no es una frase hecha), sin restricciones de ningún género.
Para terminar hablas del desencanto, que es un sentimiento que para la literatura, junto con el desasosiego funciona bien, pero como hecho fáctico nos inmoviliza para poder actuar como ciudadanos….¿pues a quién coño vamos a votar?, con uve, que botar (con be) si sabría claramente a quienes.
Disculpa la digresión Francisco y un fuerte abrazo compañero, me ha encantado tu discurso dialéctico.
He leído varias veces tu comentario, Tara y, ante la virtud de tu visión panorámica empiezo esta respuesta sin saber cómo contestarla y que no me quede simplemente en unos ramalazos inconexos que mancharán, sin duda, tu exposición tan franca y articulada.
EliminarLo que digo acerca de la necesidad de dejar bien claro mi izquierdismo viene dado por las características de mi ciudad en la que sigue habiendo un importante poso de derecha reaccionaria antidemocrática, aunque manejándose más mal que bien en la corrección política. Esta derecha caduca no puede evitar emocionarse con himnos pasados que rinden culto a la destrucción y a la muerte, por un lado y otros ciudadanos, en buena parte de implantación reciente, que queriendo mostrar un perfil demócrata nos demuestra cuán lejos se sitúan los ideales de fraternización universal cuando la religión guía una sociedad y no se lucha contra el destino.
Me siento humanista y esta forma de interpretar la vida es mayoritariamente de izquierdas, no tiene nada que ver con la radicalización de algunos sectores de la izquierda que, como ha podido demostrarse, se han mostrado crueles, sanguinarios y exclusivistas en las oportunidades que el destino les ha otorgado, ni con su versión más burguesa que apenas se distingue de la derecha, eso sí, democrática, si no fuera por unos postulados, unos afortunados, pero otros criticables porque afectan a problemas de conciencia y los han llevado a un terreno que los presentan como verdades irrefutables que no se pueden discutir.
Si yo viviera en Madrid no vería necesario decir nada sobre mi posicionamiento político, ya se me juzgaría por lo que hago y por lo que digo, y se respetaría con normalidad. Si no viviera en una ciudad acorralada no hablaría de abrir las puertas de sus murallas. Está claro que una postura que tomaba con el fin de protegerme ha tenido un efecto contrario y lo constato en las pocas reuniones que tengo con los enemigos de “La Ley de la Memoria Histórica”, con los que atacan la democracia por la otra vertiente de lo que lo hacemos tú y yo; nos da pereza levantarnos el día de las elecciones o llevamos en la mano el voto en blanco porque pensamos que ninguno de los que se presentan merece ser votado.
Gracias, Tara, sé que no te he podido contestar con la profundidad que merecía tu comentario.
Entiendo lo que quieres decir, he vivido 5 años en Melilla, 15 en el Aaiún, aquella llamada la Capital del Sahara Occidental, casi nazco en Sidi Ifni el año en que dejó de ser colonia española...así que el ambiente militarista y recalcitrante lo conozco de memoria.
ResponderEliminarFrancisco, muchas gracias por ser tan abierto en tu respuesta.
Hasta pronto poeta.
Creo que tú puedes comprender perfectamente al gunas cosas que digo. Te diría que el proceso se ha acelerado espectacularmente en los últimos años.
ResponderEliminarHace dos o tres años tomé una actituda crítica y amarga que he atemperado pero aun así me sume en la melancolía, no encuentro respuestas esperanzadoras a nuestra deriva.
Te envío un enlace en el que me muestro más desconcertado y deprimido con una realidad que nos hemos buscado nosotros mismos, nuestros políticos siempre han sido en extremo dóciles con el Gobierno y con la normativa europea.
https://vampirosypoetas.blogspot.com.es/2014/02/los-persas.html
Un abrazo.