Los
suspiros son aire y van al aire.
Las lágrimas son agua y van al mar.
Dime, mujer, cuando el amor se olvida,
¿sabes tú adónde va?
Las lágrimas son agua y van al mar.
Dime, mujer, cuando el amor se olvida,
¿sabes tú adónde va?
(Gustavo Adolfo Bécquer)
Prólogo
Veo algo de perverso y oscuro en
esto de que alguien escriba un prólogo de su propia obra, pero las
circunstancias obligan. Cuando te metes en algo a lo que quieres dotar de
seriedad, no concibes dejar sin esta parte tan importante a una obra compleja,
por su propia naturaleza y por su extensión, a la que le viene bien algunas
aclaraciones a modo de introducción para facilitar su lectura.
Nací en el Barrio marinero de la
Almadraba hace 54 años. Fue allí donde prevalecía un catolicismo que
irónicamente definí hace mucho como nihilista, por decir algo, con una devoción
rayana al fanatismo por la Virgen del Carmen en su día y cuando se temía por las
tormentas, y una duda fatalista sobre la existencia de Dios todas las horas
restantes. Fue allí entre muebles carentes de libros donde empecé a gozar de la
poesía ya que las canciones y los dichos populares abundaban y se ejercitaban
con cualquier pretexto.
Recuerdo especialmente dos
anécdotas relacionada con la Literatura cuando hablo de aquella gente, en
la primera el pretendiente de mi prima Luisa, no logró conquistarla, dejó una
impronta imperecedera con una de las rimas de Bécquer en casi todos los
vecinos de la pequeña calle del Tobogán, que pudieron leerlo durante mucho
tiempo en la letra primorosa y con todo el candor que aquel amante
desafortunado había labrado en un joyero de madera.
Quizás él no lo sepa pero no fueron
inútiles sus esfuerzos aunque no consiguió lo que pretendía, dejó la Poesía del
poeta sevillano en boca de aquella gente humilde. La segunda, el tumulto que
produjo la adaptación cinematográfica de La Celestina, por su atrevimiento en
su mayor parte en la exposición de desnudos parciales, lo reconozco, pero
también por la fuerza arrolladora de los personajes principales y la crudeza de
Fernando de Rojas a la hora de indagar la naturaleza humana y los peligros del
amor en Calisto y Melibea por sus debilidades, y la sórdida, retorcida e interesada
de la vieja alcahueta.
En el colegio era muy recurrente
recitar a Juan Ramón Jiménez, un Premio Nobel reciente por entonces, en una
España necesitada de logros, se obviaba su exilio y el aborrecimiento que
sentía por el régimen dictatorial mientras leíamos Platero y yo. Creo que se
amaba la Poesía, a pesar del analfabetismo funcional de una buena parte de los
mayores. En 1969 Serrat nos presentó a Machado y se ha quedado para siempre
entre nosotros.
Los poemas que expongo en esta
presentación fueron escritos en su mayor parte en los tres últimos años, pero
hay poemas incluso de 1983. He intentado dotar cada uno de los apartados que
componen el poemario de una similitud temática, estilística o emocional, por
ello no será extraño que se observen hasta más de 30 años de distancia en
poemas que son correlativos.
Sé que la poesía, y el arte en
general, no pasa por un buen momento, ni siquiera depende de su presentación o
su idoneidad, sé que este intento mío tiene todos los visos de acabar en unos
pocos ejemplares en manos de familiares, amigos y conocidos que en la mayoría
de los casos no encontrarán el momento justo de ponerse a leerlo, aun así este
empeño me sobrepasa mentalmente y cumplirlo se me representa más allegado a la
superstición que a cualquier idea allegada a la razón. Estando mal en la calle,
en ésta encuentro una motivación que me ha ido quitando sin tregua el mundillo
cercano a la poesía, no es constante ni, de momento, se extiende, pero cuando
lo hace transmite y arranca la sonrisa de la satisfacción. Con Internet se ha
encontrado una forma de difundirla, proliferan páginas, foros… quizás en algún momento se sepa cómo hacerla
llegar al fin por el que fue escrita, para llegar a la boca de la gente que
pasa de una forma adecuada, pero de momento no se ha conseguido por los malos
hábitos; solemos escuchar “no entiendo y no quiero llegar a entender de
poesía”, “no distingo entre lo que es bueno y lo que no lo es”, sin que me
consuele mucho he de admitir que lo mismo ocurre con el género literario más
extendido ahora, la novela, la diferencia es que la gente pretende entender,
quizás porque se vea bien. El problema aquí radicaría en elecciones poco
acertadas.
7 de junio de 2014
A la muerte
de un poeta
1.- El poeta y el loco.
¿No vendrás a tocar los
pechos exaltados,
a mirar por encima del hombro de un gigante,
a reír en el país que expulsara a la risa,
a romper la corona del rey de los heridos?
a mirar por encima del hombro de un gigante,
a reír en el país que expulsara a la risa,
a romper la corona del rey de los heridos?
2.- La deriva de una
civilización.
Tus manos temblorosas
esgrimen el papel
donde Byron dibuja la Hélade soñada,
y ya no quedan barcos para buscar las islas.
3.- El marasmo cotidiano.
donde Byron dibuja la Hélade soñada,
y ya no quedan barcos para buscar las islas.
3.- El marasmo cotidiano.
Mas nadie considera el
mar de nuestro rumbo,
vivimos en la herida sin saber qué nos duele,
vagamos en la niebla, lloramos la mañana.
vivimos en la herida sin saber qué nos duele,
vagamos en la niebla, lloramos la mañana.
4.- El show debe continuar.
No tendrás otras fiestas para apurar las
horas,
otro momento intenso para hablar del destino.
Llega el telón de fondo, el show ha terminado,
se recoge el atrezo, se apagan las linternas.
otro momento intenso para hablar del destino.
Llega el telón de fondo, el show ha terminado,
se recoge el atrezo, se apagan las linternas.
5.- El gusto de la nada.
Pero ya no eres tú
quien se acerca a la escena,
conversa con los trajes que tuvieron un nombre,
no eres tú quien celebra de la noche el reinado,
cuando Nada preocupa y aparece Dionisos.
conversa con los trajes que tuvieron un nombre,
no eres tú quien celebra de la noche el reinado,
cuando Nada preocupa y aparece Dionisos.
Para
nadie
1.- Los monstruos
Para nadie he escrito, la verdad es cortante,
brusca, hiriente, sin alma
como monstruos que asaltan las casas, los comercios,
y guardan en secreto
privilegios de clase forjados por la infamia.
brusca, hiriente, sin alma
como monstruos que asaltan las casas, los comercios,
y guardan en secreto
privilegios de clase forjados por la infamia.
2.- Sobre la cultura.
Hölderlin una palabra, Rimbaud un desafío
estético sin fondo,
Dylan un dinosaurio de un tiempo que no existe,
que es nuestro propio tiempo;
guerras y disparates,
Bécquer, acorralado, busca su antiguo olvido,
que nadie le moleste,
nadie hurgue en su herida,
Camarón está muerto, suena el jazz, no se escucha.
estético sin fondo,
Dylan un dinosaurio de un tiempo que no existe,
que es nuestro propio tiempo;
guerras y disparates,
Bécquer, acorralado, busca su antiguo olvido,
que nadie le moleste,
nadie hurgue en su herida,
Camarón está muerto, suena el jazz, no se escucha.
3.- Sobre la pena de muerte.
Para recuperarme tengo la cobardía
de quienes conversaban conmigo en el pasillo
de las ejecuciones
y que nunca quisieron saber que les decía,
ya que a veces cortaban flores para el verdugo,
la nula implicación de los días que pasan,
de la gente que ve fútbol en la taberna.
de quienes conversaban conmigo en el pasillo
de las ejecuciones
y que nunca quisieron saber que les decía,
ya que a veces cortaban flores para el verdugo,
la nula implicación de los días que pasan,
de la gente que ve fútbol en la taberna.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.