jueves, 16 de febrero de 2017

Leonard Cohen - Winter lady.



Ella solía llevar 
el cabello como tú
excepto cuando dormía
que lo trenzaba en una gandaya 
de humo dorado y aliento.

Dama viajera quédate un rato
hasta que la noche acabe,
sólo soy una parada en tu camino,
ya sé que no soy tu amante.

(Leonard Cohen - Winter lady)


Este poeta es imprescindible porque encontró su camino mirándose hacia dentro como un pájaro que se arrastra en los cables, como un borracho sereno que ha olvidado su nombre en un tugurio portuario de una isla asustada que se parece a la mía y llora su soledad en las noches de levante y de zozobra. Al final todos acabamos volviendo los ojos hacia el Mediterráneo en donde nació este sueño que, a veces, convertimos en pesadilla.


(Memorias de Hydra)


Gracias, Leonard, por haberme dejado
escuchar el gemido disperso en tus tormentas,
por haber resistido en tu torre
de canción apasionada
mientras pasaban amantes y amigos,
y caían tantos sueños que se creían eternos,
por las horas que aliviaste el dolor de mi letargo
y lo mecías en el viento con una rara elegancia
que aún brota en el invierno de tus ansias de conquista
en los campos sembrados de espinas y alambradas
del amor y el desengaño,
por haberme hecho olvidar tantas veces con tu verso
el destino inexorable del poeta.


(Encuentro con Leonard Cohen en Madrid)


Anoche recuperé este escrito que había dejado colgado en el muro de alguien, fue por casualidad, cómo tantas otras cosas en la vida, entonces estaba centrado en el viejo Cohen que contradiciendo su leyenda de seriedad pesimista siempre sonreía y agradecía haber llegado tan lejos, recordaba mi falta de memoria para saber las canciones que cantó en el concierto de Madrid, sentía a Cohen plenamente y apenas le escuchaba (Una señora de otro tiempo tuvo que confirmarme que había cantado “El partisano”), pero nunca olvidaré las que no sacó del fondo de algunos resentimientos; nunca dijo quién era esta dama de invierno, pero no olvidó nunca cómo llevaba el pelo cuando dormía, vamos a pensar que era el amargo despertar de un romance que se resquebrajaba por más que lo hubiera defendido con el celo de un buen soldado que nunca duerme.


         “Aquel viejo atractivo y seductor con un traje gastado e impecable que siempre quiso vivir en el país donde las mujeres hermosas no tuvieran remordimientos, aparece siempre con su toque de locura en el recuerdo, ya sabemos que el amor no nos abandona, somos nosotros los que lo abandonamos, quizás porque no esté de moda, porque nos cansemos de amar cuando no sabemos recoger el fruto o las promesas nunca se cumplen, y la gente de la calle sigue hablando sin pensar que hemos perdido el privilegio de respirar el mismo aire que un poeta. En realidad, hay tan pocos poetas en estos días que deberíamos poner en ellos el mismo cuidado que le reservamos a las especies que se extinguen por nuestra culpa." Pero en los americanos de Morrison no hay un lugar para los remordimientos.

(8 de marzo de 2017)

2 comentarios:

  1. Hay un cariño inmenso y una gratitud en tu poema. No sé si se lo hicistes llegar, me gustaría pensar que sí.
    De esta manera también me siento identificado con los versos que le dedicastes, los que me hubiese deseado escribirle yo también.
    Preciosas las referencias que haces al pájaro en el cable y a la torre de sonido.

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    1. No intenté hacerle llegar el poema, Juan Carlos, quizás fui realista, este poema, es más largo, lo empecé en el tren un día antes del concierto y lo terminé cuando ya había sido. No sé qué hubiera pensado Cohen de haberlo tenido entre sus manos, si hubiera esbozado una tierna sonrisa irónica pensando en la devoción de un adolescente, eso sí español, un detalle muy importante para él.

      El poeta, ha vuelto a gustarme esta palabra, siempre es un pájaro que perdió las alas, por eso algunos de los mejores poetas de nuestro tiempo abrazaron el vuelo de la música y otros el fulgor de otras actividades. Pero no creas que desprecio a quien solo sabe escribir poesía, algunos de los mejores versos que conozco han sido escritos atados a la tierra y puede que sin luz; la poesía libera y también condena. Me resulta esperanzadora tu actitud ante ella y me gusta que también tú empezaras a buscarla con quince años.

      De mis ídolos no conozco demasiado y prefiero que sea así, escribir sobre ellos teniendo como referencia algunos detalles que he encontrado llenos de significado.

      Un abrazo.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.