Ahora, por vuestra culpa, los ojos de mi niña
enrojecen sin tregua hinchados por el llanto.
enrojecen sin tregua hinchados por el llanto.
(Catulo – Carmen III – Tr.: F.E. León)
Ya no podrás volver a la arena mojada
de luna sin recuerdo,
a las barcas cansadas que muerden otros mares,
a las redes tendidas que no esperan tu paso,
al barrio adormecido que muestra sus ruinas.
Ya no podrás volver a la escena que muere
con el dulce candor
de un beso primigenio,
al corazón sin huella que buscaba tu mano
y sigue su camino por la ruta perdida
de tu primer poema,
de tu orgullo constante
ahora que la llama oscurece en el patio
y la música vive en otra melodía.
El pajarillo gris que anida en otro sueño
se precipita al Orco del que nadie retorna
ahora que sin tregua enrojece tu alma
por un amor herido,
por un carmen inmenso que no encuentra tus labios.
Precioso poema. Escribirle a lo que nunca volverá no es fácil. Un saludo.
ResponderEliminarMe alegra mucho volver a saber de ti, Juan Carlos, tu presencia me trae buenos recuerdos.
ResponderEliminarMuchas gracias.