sábado, 12 de agosto de 2023

Reina de corazones

 

Imagen

Con todo lo que tiene cansancio sordomudo
y mariposa ahogada en el tintero.
Tropezando con mi rostro distinto de cada día.
¡Asesinado por el cielo!
(Lorca – Vuelta de Paseo (Fragmento)


Ahora me pregunto dónde amaga tu rostro,
dónde se desesperan, en qué boca,
la niebla, los bramidos

y el naufragio sin luz de los niños sin huella.

¿Qué lágrima tendrá de un cartel la sonrisa
que atraviese los lechos desnortados,
que hiera los rescoldos nocturnos de las sombras?
¿Qué lápida me busca para olvidar tu olvido,
para enterrar los senos de escultura
que enturbiaron mi mente en el llanto del alba?


Destroza un corazón y sírvelo a la noche,
prende en tu propia llama los recuerdos
para ver descarnados los desnudos,
mece en tu negra espuma el fulgor de los astros
que aprisiona tu espalda
y memora en tus piernas la herida de los lirios.

Ahora me pregunto dónde mueren tus ojos,
dónde planchas tu blusa, tu leyenda y la falda
que no encuentra la voz
para abrir el camino ebrio de tu perfume,
para llevar al mar el llanto de los sauces,
para inundar tu pluma caprichosa
con la palabra intensa
que reza melancólica en el templo
y rinde un culto amargo a los vestigios
profundos de tu herida
mientras el aire gime sin lengua en tu mirada.

Para romper los brazos del mar que no se abrieron,
la puerta de tus labios decadentes
y la ventana oscura de tus muslos errantes,
para seguir el rastro de las horas perdidas
y arrastrar en los árboles sin hojas ni raíces
la amarga sinrazón de los te quiero
cuando no queda amor, Reina de corazones,
en el jardín sombrío que zozobra en tu sangre.

Para hacerte divina en tus rasgos humanos
y mostrarte una estrella
que pueda protegerte cuando nadie te busque
ni anhele tu misterio que amenaza en las ruinas
de un desastre infinito,
temible y angustioso

que asalta el corazón de tu ardiente corona.

Porque quiero quererte sin amor,
porque quiero quererte sin reparos,
encenderme en tu llama
y atravesar los hilos siniestros de tu túnica
que fervorosa cae en la memoria.

Pero los ojos siguen en la cuesta empinada
que agolpa los murmullos,
los delirios y el aire de amores que pasaron
como si hubieran muerto en un perfil tardío,
en normas encalladas,
en llanto con espinas que recorre las venas
y no llega a la mar, Reina de corazones.

 

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.