(Yo es otro)
(Arthur Rimbaud)
Un hombre encadenado a tu figura
se encamina a mi rostro en la escollera
con un rumbo abortado
que invade los caprichos de la muerte
en los días sin nombre que fluyen en el agua.
Este hombre se arrastra por las nubes
rojizas del crepúsculo que hiere
y arrasa los cristales del silencio en las ramas,
permanece en los bancos vacíos de los parques
y se ahoga en tus ojos
que abren otras cortinas, buscan otro calor
y no sienten la luz lenta de mi esperanza.
Ya no me amas, es cierto, miras el horizonte
de los painicos tristes que lloran en la luna,
de palabras sin velo que cubren la sonrisa,
de ilusiones que pasan y se pierden
en cada esquina fría
que detiene mi olvido, mi angustia y tu mirada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.