domingo, 9 de abril de 2017

La despedida.



...Ogni giorno la breve finestra
s'apre immobile all'aria che tace...
(Cesare Pavese)

...Cada día la breve ventana 
se abre, inmóvil, al aire que calla...
(Tr. José Agustín Goytisolo)

Al sentir tu voz ronca 
tan cerca de mi aliento, 
al saber que para siempre te alejabas 
supe que no había sitio
 para mí en esta calle, 
en este turbio hotel de pequeñas ventanas.

No me puedo alegrar 
de haber roto el silencio, 
el cielo azul celeste[1] oculto en tu mirada, 
el cabello alentado 
por los expresionistas 
no serían para mí que los reverenciaba. 



[1] Constance Dowling tenía los ojos color de avellana.

6 comentarios:

  1. ¡Ay, ay!...¡Cómo sabes llegar al alma con tus evocaciones poéticas!

    Un abrazo.

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    1. Gracias, Fanny, siempre eres tierna y amable, cada palabra tuya embellece el entorno y da sentido a cualquier poema.

      Un abrazo.

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  2. De nuevo Pavese inspirándote y a lo grande,como de costumbre.
    Hay que ver cómo suena el italiano!!! Pura música.

    Un abrazo

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  3. Siempre que apareces tú, Joaquín, todo mejora y ese miedo de mostrar algo al público, en cierta forma, se difumina. Te agradezco la fe que tienes en lo que escribo y que pongas todo de tu parte para que esta amistad se consolide con el tiempo.

    Un abrazo.

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  4. Un poema muy bello, del que se desprende la tragedia de ese amor que no fue y que desencadenó el final de Pavese.
    Muchos saludos, Francisco.

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  5. Me importa Pavese, lo considero un poeta imprescindible, sus poemas me han acompañado desde 1983 y he tenido la suerte de que José Agustín Goytisolo primero y Ángel Crespo después fueran los traductores de sus poemas.
    De vez en cuando hablo de su soledad con mi mujer, y sopeso sus errores con los míos. Era taciturno, silencioso,grave, sus flores no nacían en un recuerdo claro que atrajera a los ojos alegres que pasaban por su vida y temían enamorarse de él.
    Pienso que Pavese y yo jugamos con un pequeño margen de error por diferentes motivos; él era sincero cuando decía que el triunfo de una persona era medido por las cosas más elementales de la vida; satisfacer a una mujer, conservar a un amigo, mezclarse con la gente de su pueblo y tener las mismas aspiraciones que las personas que luchan por mantener un trabajo.

    Gracias, Mirella, es todo un detalle por tu parte.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.