Los delirios cosmopolitas de un exquisito diletante que desea apoderarse de otras formas de ver el mundo, de otras formas de sentir, tan celoso del sonido y de la orquestación compleja que se reta a sí mismo cada vez que tiene que exponer cada una de sus joyas en directo. Extraño como un grande que es y cercano como un contertulio en la taberna de su pueblo, al mismo tiempo, hablador, como buen italiano, y silencioso como un sabio.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.