sábado, 8 de abril de 2017

Rubén Darío - Divagaciones




Mis ojos espantos han visto,
tal ha sido mi triste suerte;
cual la de mi Señor Jesucristo,
mi alma está triste hasta la muerte.

Hombre malvado y hombre listo
en mi enemigo se convierte;
cual la de mi Señor Jesucristo,
mi alma está triste hasta la muerte.

Desde que soy, desde que existo,
mi pobre alma armonías vierte.
Cual la de mi Señor Jesucristo,
mi alma está triste hasta la muerte.







         Tan agradecido a Bécquer como a Rosalía, Rubén Darío edificará monumentos imborrables con el recuerdo de ambos y el camino que mostraron, sobre todo, en sus últimos poemas, aquí y en otros de profundidad insondable se entrega sin medida, tal era su forma de ser, a la genial poeta gallega. Algunos de los poemas más hermosos y sentidos de nuestra lengua se deben a este desposorio poético que funde ambas almas de tal forma que no sabríamos qué poema pertenece a uno u otro si no fuera por la fecha, por la alusión al género o porque están firmados.

3 comentarios:

  1. Dos poetas inmortales.Dos manantiales donde saciar la sed de poesía para hacer la vida más habitable.

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  2. No te falta razón, Fanny, Darío y Rosalía estarán siempre presentes cuando hablemos de poesía, florecen a medida que pasa el tiempo, nos acompañan con sus huellas imborrables cada vez que nos adentramos en una sensibilidad lírica y herida.

    Un abrazo.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.