No he conocido nunca otra bahía
ni otra tierra de tierra gris y dura
solo el candor de tu mirada ardía
en la hora del dolor callada, oscura.
No conocí más miel ni aparecía
en las horas preñadas de amargura
que en tu rostro mostraba la porfía
y en el mío lloraba la locura.
Mas recuerdo la niña que llevaba
en su falda las flores del paisaje
que a mis aguas su orgullo detenía.
Como tú, ¡ay! esa niña enamoraba
como tú...era espuma, sal, anclaje
y como tú se muere en la bahía.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.