miércoles, 8 de noviembre de 2017

Loquillo y Los Trogloditas - La mataré.


   


Quiero verla bailar entre los muertos, 
la cintura morena que me volvió loco, 
llevo un velo de sangre en la mirada, 
y un deseo en el alma, 
que jamás la encuentre.

Tengo la suerte de haber encontrado a tres personas que han intuido en mí verdaderas dotes de artista. Las tres me tratan como si fuera un niño y dado que se han dado cuenta de mi tendencia natural a no hacer nada decidieron educarme. El camino ha estado lleno de rosas y espinas, mi mujer, la primera de ellas, quiso que leyera la gran literatura, Pavese, Dostoiesvki, Gogol, Neruda y Groucho Marx, se los debo a ella. Pero fue duro, duro, porque además quería que entendiera lo que había leído. Una tarde que fuimos a leer a la playa cuando los bañistas se iban a buscar otro sol, se fijó en mi velocidad de lectura, leí un poema de Yeats en tres horas. Decidió seguir adelante; estaba en inglés, creo que era un sueño roto.



         Jesús ha decidido hacer de mí un cinéfilo. Creo que no ha habido una sola película de la que hayamos hablado que no me haya conseguido, casi siempre en calidad DVD. Una a una , a veces me trae 70 de una vez, me da su opinión de ellas, me muestra el crítico que hay en él, las resume y casi siempre acaba diciendo que no están mal pero que se hacen un poco largas. Lo que se convierte en un poco difícil es mostrarle mi crítica  en la siguiente reunión que tenemos. No se le ha olvidado que cuando nos conocimos, creo que fue en el 96, me regaló "Salvad al soldado Ryan" y le costó tres meses que la viera. Es la mejor película de Spielberg para mí. Jesús no logró, como quería aunque dijera lo contrario, casarse con la señorita Sinde, incompatibilidad de caracteres.

            Uno de mis hermanos me aconseja canciones que debería escuchar y ni siquiera me pregunta si le hice caso o qué me parecieron  Me ha demostrado que tiene tan buen gusto que he llegado a pensar que no debemos ser hijos de los mismos padres. Así, de pronto, recuerdo tres canciones que me llegaron a través de él; la joya olvidada de Sabina, “Amores eternos”, “Dos imanes” un monumento triste de los Hombres G y la espeluznante “La mataré” de Loquillo y Los Trogloditas. Me dicen que vinieron a Ceuta y no fui a verlos, seré estúpido. Añaden que no la cantaron. Ya presentía yo algo así, los políticos, ahora tan correctos, vieron una apología brutal del maltrato a la mujer donde había una narración al límite en las fauces oscuras de la venganza de un amor maldito. Su creador Sabino Méndez decía que había recogido la canción en la aceleración marginal y carcelaria de la rumba de "Los Chichos" y de "Los Chunguitos" concretamente. Loquillo la cantó con la fuerza y la desesperación rockera de sus mejores momentos, asombrosa una interpretación en directo en la que se deja el alma.. Una obra de arte debe ser respetada, esta combinación extraordinaria de autor e intérprete no merecía que se le hubieran pedido tantas explicaciones. 

(27 de noviembre de 2015)

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.