Amy participaba de la misma soledad y el desapego de sí
misma que hemos visto, a plena luz del día, en algunas estrellas.
(15 de julio
de 2015)
Quizás quise reflejar, a través de su martirio inquebrantable, la soledad en una ciudad cualquiera que no puede acogernos y devora a los artistas que no quieren plegarse a los delirios de la fama. En este momento habría afrontado su muerte de otra forma, habría llorado simplemente por aquella niña triste y descontrolada con un talento enorme.
El talento no justifica las salidas por la puerta de atrás, el caminar continuo por un cable sin red, no exime de culpa, pero, en su caso, el castigo fue excesivo como suele ser la norma cuando se trata a la bravura, tuvo que vivir una temporada en el infierno antes de morir, atravesar un vagabundeo espiritual que le robó la sonrisa.
(24 de septiembre de 2015)
Hemos perdido a una cantante irrepetible sin darnos
cuenta apenas, sin que pudiéramos ni quisiéramos evitarlo, sin que nos
asomáramos a su abismo aunque solo fuera por un atisbo aletargado de la desesperanza
humana acorde con nuestro tiempo, tenía un corazón que no le pertenecía, ni
siquiera ella misma sabía lo que buscaba, siempre cantaba a un amor herido,
sufría por el abandono o por la entrega
a la rutina mientras los tontos hablaban en la calle sin decir nada mientras
pasaban los tranvías que nunca se llaman deseo.
(21 de
noviembre de 2015)
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.