Estamos de acuerdo, Juanlu, en lo fundamental; Lluis
Lach es un gilipollas, un xenófobo y un supremacista. Es cierto que, como
artista, queda muy por debajo de Serrat, lo que es lógico teniendo en cuenta la
envergadura de las alas del noi del Poble Sec. Pero hubo un par de años que
estuvo con él en las alturas, precisamente los años en que lo conocí y publicó
"Viatge a Ítaca" y "Campanades a morts". Era un ídolo para
esos muchachos españoles que tanto llegaría a despreciar; “L’estaca” era un
himno que buscaba la libertad, “Silenci” una exquisita canción de culto y
resistencia con la mirada.
Ya sabes que no es frecuente que un artista sea mala
persona, suelen estar demasiado pagados de sí mismos para pensar que pueden hacer daño a los otros, pero ocurre. El
ejemplo más ilustrativo que nos ponen es el de Elia Kazan, quizás el mejor
director americano de los 50, delató a sus antiguos compañeros de partido
durante la Caza de brujas. Quiso quitarse el peso de la culpa rodando, ni más
ni menos, "La ley del silencio", pero el daño ya estaba hecho y algunas carreras destrozadas. Desde
luego que Lluis Llach no puede competir con él como artista, pero como delator
le gana, su repulsa a lo que cree diferente nos salpica a millones de
españoles, y a millones que, además, son tan catalanes como él, por mucho que
le pese.
“Laura” es una canción con un profundo y ensoñador sabor mediterráneo en la
que nos demuestra que la amistad puede ser tan hermosa como el amor, cuando
solo nos queda dar aliento, cuando se atraviesan juntos las tormentas. Una joya
perdida y única que desconocen demasiados españoles.
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.