Siempre es un buen momento para mirar atrás, Pilar. No sé
adónde habrá ido a parar el día, la hora en que lo dejé, pero sé que no volveré
a sentir las emociones de los primeros momentos en este foro, una de las que
mejor recuerdo vino dada por un estado de ánimo bastante exaltado por mi parte
y la interpretación que le di a un comentario tuyo, vamos a reconocer que no
demasiado afortunado y un poco desconcertante. Por suerte recurrí a una prudencia de la que no iba
sobrado y te envié un mensaje privado, en vez de público, para expresarte mi
desacuerdo con lo que habías dicho. Después vino una buena relación de la que
siempre me alegraré; Miquel Martí i Pol, Joaquín Sabina, el sentido de la
poesía en nuestras vidas... Quizás no lo recuerdes, yo me acuerdo aún, se me
vienen a la mente otros compañeros. ¿Puede explicarse que recibir un comentario
por parte de un desconocido pueda acelerarte el pulso más de lo que el
Cervantes probablemente lo haya hecho con el de Juan Goytisolo?
Amy Winehouse iba muriéndose en una isla de palabras que habían naufragado entre sus labios y el recuerdo del amor y para mí seguía siendo una mujer de una sola canción. Esta equivocación me recuerda la inconsistencia con la que nos conducimos en nuestros tiempos, podemos encontrar lo que deseemos con un solo click, y rara vez lo hacemos para intentar saber quién está detrás de la máscara que gime. Había tenido la oportunidad de compartir las horas con una leyenda y no supe ponerme en contacto con ella mientras respiraba, mientras arrastraba su dolor por los escenarios.
El punto de inflexión para acercarme a ella fueron unas
imágenes patéticas que nos llegaron desde Belgrado, Amy, en un estado de
ebriedad lamentable, intentaba cantar y no podía, tropezaba con todo, se castigaba
en un esfuerzo vano por cubrir el expediente y se sentía como un pez temblando
bajo el sol sobre la arena de mi playa. No recuerdo si fui bueno para llorar
por su caída o por la presencia en sus ojos de la muerte. Tenía miedo y perdida la mirada, cuando quise buscarla ya no estaba para decirme que viviera intensamente la independencia dorada del anonimato.
(30 de noviembre de 2014)
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.