Te vas lejos, lejos de mí
pero te siento cada vez que respiras.
Como todo en la vida, hay canciones buenas y malas, después les añadimos
adjetivos y gradaciones, otras que no son ni una cosa ni la otra a las que su
tibieza les impide que lleguen y se pierden en el camino, y otras a las que
solo las podemos llamar por su nombre, de tal forma representan algo único que
solo puede cruzarse en la mente de un elegido. Avalancha es una de ellas. Yo
hubiera querido que Leonard Cohen cantara en español y poder degustar así cada
una de sus palabras, quedarme con cada uno de los matices de su voz dolorida y
temblorosa, directamente, sin tener que acudir a intermediarios. Ni siquiera el
Dylan de "Blood on the tracks" supo afilar con tanto resentimiento
las espinas, ni entregarnos los hierros que dejan sangre en el camino con tanto desasosiego.
El sempiterno poema de amor es tratado con crudeza y realismo no exento de un romanticismo que se rebela con fuerza contra el fracaso, contra el destino aunque sea en su vertiente escarpada y trágica. El cantante desgrana sus nada complacientes palabras como si el odio pudiera liberarnos de un amor cuando nos duele, como si las cenizas de lo otrora venerado y perseguido pudieran provocar nuestra indiferencia mientras esparcimos su memoria en el viento, como si desear fuera siempre el comienzo de una amarga derrota.
Cohen decía en uno de sus
enigmáticos poemas que hablaba del silencio porque sabía mucho de él, que le
entregaba a su amante como regalo un poema que había surgido de las entrañas
del silencio.
Es muy probable que la amante de
la canción fuera otra, dado que en ese tiempo en el que encuadramos
"Avalancha" y en el que, posiblemente podemos situar "El
regalo", el poeta era un enamoradizo impenitente, pero eso no quiere decir
que no viviera cada amor como si fuera el definitivo o que no sufriera la
indefensión de quien se siente desnudo y monstruoso ante la mirada de la amante
que ha cambiado su discurso, que empieza a ver un alma torturada donde en algún
momento vio una estrella resplandeciente, que no hay nada más amargo que
cambiar los besos por reproches, una sonrisa por un gesto de desaprobación. Los
amigos del amor romántico un tanto ingenuos encontrarán en
"Avalancha" un atentado cruel contra sus ideales de la belleza en la
poesía, ese tipo de personas difícilmente podría apreciar el valor artístico de
un Cristo crucificado de Matthias Grünewald e, incluso, del Guernica aunque no
lo dirán porque saben que encontrarán una avalancha de opiniones contrarias ya
sea por convicciones sinceras o como un ejercicio de esnobismo mal asimilado.
Cohen no buscó nunca satisfacer a ningún público, nunca alcanzó las cotas de
popularidad de otros cantantes, pero tenía claro su compromiso de artista
verdadero y aquí lucha por sacar algo de luz de las tinieblas, algo de amor en
la tortura, algo de belleza en lo grotesco de un contrahecho moral, construir
un altar con los restos del naufragio.
El título del álbum en el que está
inserta es Canciones de amor y odio, uno se pregunta adónde ha ido el amor;
Avalancha es sórdida, sombría, una canción de culto para los deprimidos que lo
apuestan todo a la sensibilidad, vaga por los recovecos negros de la
desesperación, cuando todo ha terminado y no se sabe cómo decir adiós, cuando
se odia tanto que todavía se ama.
28 de noviembre de 2014
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.