Provocamos mareas,
tripulábamos barcos
y encendía con besos
el mar de tus labios.
(Quique González)
Descubrí
verdaderamente a Enrique Urquijo dos años antes de que muriera. No tuve
demasiado interés en los años anteriores por la Movida madrileña, lo reconozco,
aunque casi todos sus representantes eran de mi generación me sentía desligado
de la música que creaban y defendían, y de la acomodada extracción social de la
que sus miembros más representativos procedían.
Entonces escuché una
recopilación de los Secretos porque uno de mis hermanos la había puesto a mi
alcance y conocí joyas como "Pero a tu lado" o "La calle del
olvido".
Supe que Enrique ya no estaba en
el grupo, que actuaba y había grabado varios discos con Los Problemas y que, al
parecer, seguía con sus dificultades sempiternas con las mujeres y las drogas.
No me costó decidirme a indagar por esta etapa artística de su vida y comprobé
mejor que nunca que un cantante podía hacer suya una canción aunque no la
hubiera compuesto. Aún suenan en mi mente como si tal cosa aunque me duelan la
cruda y dolorosa "Para vivir" de Pablo Milanés y la desesperada
"Aunque tú no lo sepas", variación esplendorosa de un poema de Luis García
Montero firmada por Quique González, aquí tenemos a a Enrique con esta última
canción, escucharle es una ocasión de volver a la vida desde el infierno de la
noche vacía de las drogas.
Cada vez que voy a Madrid suelo
ir al Galileo y aún espero encontrarme con la sombra de Enrique. Ese muchacho
taciturno que supo extraer todo el lirismo que tiene la tristeza.
Pasan los años, despacio, o deprisa, y me sigue pareciendo una maravilla de canción. difícil decir y hacer tanto en tan breve tiempo. Maestros Enrique por como contar, maestro Quique por qué decir, y maestro Antonio por estar detrás.
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