La mitad de
lo que digo no tiene sentido
pero solo lo
hago para llegar a ti, Julia[1].
Sé que a
veces hablo como si tuviera comunicación directa con John Lennon, y esto lo
digo como si hubiera alguien que pudiera advertirlo. Pero no, parece que he
dado un paso adelante y algo que me parecía patético cuando lo advertía en
Rafle[2]
a pesar de su grandeza, hablar y seguir hablando aunque nadie te escuche e
incluso cuando ponen un gesto contrariado, empieza a ocurrirme a mí y ya no me
importa, debe haber algo bueno en ello cuando Rafle lo hacía.
Julia es una canción muy especial, una de las joyas, como Blackbird[3]
o When my guitar gently weeps[4],
del Álbum blanco, un disco irregular pero con canciones impresionantes que se
vuelven más atractivas para los seguidores del cuarteto de Liverpool en tanto que
algunas de ellas no son demasiado conocidas por el gran público.
Imagino que
para Lennon no debió ser fácil escribir esta canción ensoñadora y entregada a
la mujer a la que se la dedica; su madre. Las razones son demasiado obvias,
Julia era una persona con muy buen carácter y con mucha suerte en alguna de sus
decisiones, ella le regaló a John su primera guitarra, pero distó mucho de ser
una buena madre; irresponsable, enamoradiza, caprichosa, abandonó la educación
y la crianza de este genio en ciernes a su estricta hermana y a su cuñado,
quien sería un amigo con el que John frecuentaba los cines para ver películas
del oeste, y a quien le unía íntimamente compartir la misma cruz.
Julia murió atropellada cuando Lennon tenía 17 años y parecía haber vuelto, eso
era lo que él quería creer. Los biógrafos de Lennon parecen querer dar más
dimensión a la tragedia cuando recalcan que el coche que la arrolló era
conducido por un policía borracho, eso sí, al menos estaba fuera de servicio.
[1] Half o what I say is meaningless
/ But I say it just to reach you, Julia.
[2] Rafle: entrañable amigo y lector
compulsivo, su vida estaba en la lectura en la lectura de los grandes autores
en un entorno que estaba lejos de comprender sus inclinaciones.
[3] Blackbird: Mirlo.
[4] Cuando mi guitarra dulcemente llora.
Callarse, puede formar parte también de los muros absurdos que nos construimos. La realidad, si la miramos con los ojos bien abiertos, resulta un espectáculo mortal e inconcebible. Queremos atraparla con el raciocinio, con la ciencia y sus descubrimientos pero parece que casi rozamos la poesía cuando hablamos de los átomos y de partículas subatómicas que nuestros ojos no pueden ver cuando vamos notando sensaciones al pasear por la calle, la playa o el campo.
ResponderEliminarHablar así nos lleva a la esperanza, aún sabiendo que no existen motivos para creer en ella puesto que forma parte de la misma realidad de los que no piensan. Pensar es, quizás, el mayor de los males del hombre común porque llegaría al punto de cuestionarse si la vida merece la pena.
Yo pienso que sí, que sí merece la pena desde el sinsentido mismo de esta. A veces me río cuando no debo y a veces lloro ante tantas risas.
Creo que el álbum blanco podría haberse dividido en dos discos, pero, ahí estaban todos ellos asumiendo lo absurdo de continuar cohabitando lugares comunes para el "y si..." eterno, de todos los seguidores que somos.
Se suele decir también que el Rubber Soul y el Revolver podrían haber formado un álbum doble, siguiendo un poco la estela del Blonde On Blonde de Dylan. Creo que no hubiera sido una buena idea, ambos discos son maravillosos pero muy diferentes.El primero marcará todas las vías que seguirían en el futuro mientras que el segundo es un disco más cohesionado en el que prevaleció más que nada una idea de conjunto, un adelanto de lo que serían los discos conceptuales que los Kinks llevarían a sus últimas consecuencias en esa década. Estamos de acuerdo en que el álbum blanco es el esfuerzo de cuatro furias desatadas que iban por libre pero, dado lo bien que ha resistido el paso del tiempo y lo bien considerado que está por los verdaderos seguidores del grupo, ¿qué canciones pondríamos en uno y otro? A pesar de la separación anímica ¿querríamos escuchar en uno a Lennon y en otro a McCartney, como diría el flemático Paul; Let it be. Un disco debe asumir sus propias circunstancias. Siempre pensé que La balada de John y Yoko era una canción soberbia, pero no he podido evitar pensar que le sobra un poco un primitivismo, ya improcedente en esa época y, sobre todo, le falta el toque McCartney. ¿Qué hubiera sido el Álbum Blanco si se hubiera puesto en él el mismo esmero que en el Sargent Pepper? Seguro que todo el mundo conocería Glass Onion, Happiness is a warn gun, Blackbird y otras.
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