...Ogni giorno la breve finestra
s'apre immobile all'aria che tace...
(Cesare Pavese)
s'apre immobile all'aria che tace...
(Cesare Pavese)
...Cada
día la breve ventana
se abre,
inmóvil, al aire que calla...
(Tr. José Agustín Goytisolo)
(Tr. José Agustín Goytisolo)
Al
sentir tu voz ronca
tan cerca de mi aliento,
tan cerca de mi aliento,
al
saber que para siempre te alejabas
supe
que no había sitio
para mí en esta calle,
para mí en esta calle,
en
este turbio hotel de pequeñas ventanas.
No
me puedo alegrar
de haber roto el silencio,
de haber roto el silencio,
el
cielo azul celeste[1] oculto
en tu mirada,
el
cabello alentado
por los expresionistas
no serían para mí que los reverenciaba.
[1]
Constance Dowling tenía los ojos color de avellana.