viernes, 13 de noviembre de 2015

Poesía


Me llamaste sin voz y sin sentido
para llenar de amor mis soledades,
me tejiste a tu manto de verdades
para aplacar mi orgullo tan herido.

No volverás llevando aquel vestido
que reflejó mi asombro y tus bondades;
era un paño de luz y de oquedades
que atravesó mi pecho y mi latido.

Para penar, lo tengo demostrado,
otra senda no hay que tu mirada
si pierdo la sonrisa ante su queja.

Mas no puedo mostrarme de su lado
en este empeño cruel de tu cruzada
aunque more en la muerte que me deja. 


                                   (31/12/2014)

6 comentarios:

  1. La poesía,como la vida,evoluciona en nosotros y nos transforma a su vez.Y aquello que fue luz y alegría en sus comienzos,con el tiempo se puede volver sufrimiento y dolor.Pero jamás dejará de ser hermosa y necesaria.
    Yo también le dediqué un soneto a la poesía,¡qué menos!

    Encantado de venir a tu blog Enrique.Siempre es un placer encontrarme con tus letras.

    Agradezco tu visita al mío y tu sincero comentario.

    Un abrazo,amigo.

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  2. Cuesta trabajo, Jerónimo, reconocer, a veces, a quien nos dirigimos cuando escribimos un poema, hablando del amor podemos fundir el de aquella que nos hiere con sus ojos y el maternal, a mí, al menos, me ha llegado a ocurrir sin pretenderlo. Esos 10 u 11 sonetos que escribí,¡cómo pasa el tiempo!, el último noviembre iban dirigidos a la misma persona y por el mismo motivo; ese amor tan intenso que hace tanto daño que uno no sabe si hubo alguna enseñanza que se perdió en el camino. Casi todos ellos sufrieron ligeras modificaciones, tú y yo conocemos a alguien que puede dar fe de lo que digo. Pero conseguido lo que se pretendía decir, cambié alguna palabra por inapropiada e incluso, en uno de ellos un terceto entero; uno tiene sus vicios estéticos. Creo que éste no es de los que tuviera modificaciones importantes en su enunciado pero si la más importante de todas y la hice cuando decidí colgarlo aquí, enviársela mirándola a la cara a la poesía nuestra de todas las horas. De todas formas, me reservo la ambigüedad que persiste por más veces que lo lea, y la persona a la que sin ninguna reserva le entrequé el resto de los sonetos puede apropiarse también de éste, y es que ella también es poesía.

    Gracias, Jerónimo, por tu talante tan entrañable y por tu sencillez, y por ser una muestra convincente de que siempre se está a tiempo de seguir creciendo como poeta; te lo digo con la mejor intención que puedo, pero entre el hombre que escribió tus primeros poemas y el poeta que vuelve a las mismas obsesiones hay mucha distancia. A los que como a ti ya no nos gusta hablar de los años que tenemos, tu ejemplo nos hace mucho bien,

    Un abrazo.

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  3. Esta nueva entrega tuya vuelve a gustarme mucho. Conciso, intenso, refleja de forma magistral la queja amorosa que se mantiene sin perder fuerza para desembocar en un contundente final.Te felicito de nuevo compañero.
    Un fuerte abrazo.

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  4. Gracias, Juan, es muy gratificante recibir una respuesta como la tuya. Por supuesto que me ha puesto muy contento y hace que siga manteniendo la ilusión en seguir colgando poemas en el blog.
    Un abrazo.

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  5. Te lo tendré en cuenta el próximo día que vengas a casa, estoy preparando el salón para que recitemos El Paraíso de la Divina Comedia, los móviles de todos tus amigos, incluidos los de mis hijos, los dejaremos en la cocina.

    Gracias, Meriem. Ya sabes que pienso que eres encantadora, te diré más, aun a riesgo de que mi hermana María no vuelva a dirigirme la palabra (tendré que sopesarlo), eres la Audrey Hepburn de las chicas que vienen a mi casa.

    Un abrazo.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.