El descubrimiento de Pier
Paolo Pasolini como poeta ha sido para mí muy posterior al del cineasta,
y, sin duda alguna, sin negar sus méritos en esta última faceta, es el
campo donde mejor supo desarrollar sus inquietudes, su búsqueda áspera, a
veces agónica, y siempre sincera de su verdad como hombre. Moderno o
clásico, no lo sé, rotundo y sincero siempre, en su expresión me
recuerda al Cesare Pavese de ”Lavorare Stanca” (Trabajar cansa), al menos en los poemas
de corta extensión y de carácter confesional y narrativo al mismo
tiempo. La maldición del “oficio” del poeta es recurrente, la relación
con el hombre que vive una situación y un tiempo concretos, con los que
nunca se debe estar de acuerdo, es agria y sin concesiones, y las
adereza levemente con la ternura de los momentos que se viven en el
recuerdo, ese lugar en donde podemos llenar de significado situaciones
que parecen pasar casi desapercibidas, y que añoramos cuando somos
conscientes de la imposibilidad de su retorno.
“Cercana a los ojos” es un poema especialmente emotivo, escrito años después de los hechos a los que hace referencia; su hermano que duerme distendido y ausente fue fusilado por partisanos durante la Segunda Guerra Mundial. Una dolorosa contradicción en su vida a la que se irían añadiendo otras muchas, la más llamativa; la muerte violenta del propio poeta; aquellos con y por quienes luchaba acababan con la vida de aquél a quien recordaría siempre. La luz, el hermano y la madre, también el canto del grillo, quedan suspendidos en una atmósfera que nos recuerda la aparente quietud en la que viaja a veces la más conmovedora de las tragedias.
“Cercana a los ojos” es un poema especialmente emotivo, escrito años después de los hechos a los que hace referencia; su hermano que duerme distendido y ausente fue fusilado por partisanos durante la Segunda Guerra Mundial. Una dolorosa contradicción en su vida a la que se irían añadiendo otras muchas, la más llamativa; la muerte violenta del propio poeta; aquellos con y por quienes luchaba acababan con la vida de aquél a quien recordaría siempre. La luz, el hermano y la madre, también el canto del grillo, quedan suspendidos en una atmósfera que nos recuerda la aparente quietud en la que viaja a veces la más conmovedora de las tragedias.
Vicina agli occhi
Vicina agli occhi e ai capelli sciolti
Sopra la frente, tu piccola luce,
distratta arrosi le mie carte.
Adoslecente ardevo fino a notte
Col tuo smunto chiarore, ed era strano
Udire il vento e gl’isolati grilli.
Allora, nelle stanze smemorati
Dormivano i parenti, e mio fratello
Oltre un sottile muro era disteso.
Ora dove egli sia tu, rossa luce,
Non dici, eppure illumini; e sospira
Per le champagne inanimate il grillo;
E mia madre si pettina allo specchio,
Usanza antica come la tua luce,
Pensando a quel suo figlio senza vita.
Cercana a los ojos
Cercana a los ojos y los cabellos sueltos
sobre la frente, tú, pequeña luz,
dispersa, enrojeces mi cuaderno.
De adolescente, en tu pálida llamarada,
ardía hasta la noche, y era extraño
escuchar al viento y a los grillos solitarios.
Entonces, en la olvidada habitación
dormían mis padres, y mi hermano,
inmóvil, descansaba tras un muro delgado.
¿Dónde está ahora, luz roja?
No hablas, sin embargo iluminas; y suspira
el grillo en el silencio de los campos.
Y mi madre se peina al espejo
de una manera antigua como tu luz,
pensando en su hijo ya sin vida.
Vicina agli occhi e ai capelli sciolti
Sopra la frente, tu piccola luce,
distratta arrosi le mie carte.
Adoslecente ardevo fino a notte
Col tuo smunto chiarore, ed era strano
Udire il vento e gl’isolati grilli.
Allora, nelle stanze smemorati
Dormivano i parenti, e mio fratello
Oltre un sottile muro era disteso.
Ora dove egli sia tu, rossa luce,
Non dici, eppure illumini; e sospira
Per le champagne inanimate il grillo;
E mia madre si pettina allo specchio,
Usanza antica come la tua luce,
Pensando a quel suo figlio senza vita.
Cercana a los ojos
Cercana a los ojos y los cabellos sueltos
sobre la frente, tú, pequeña luz,
dispersa, enrojeces mi cuaderno.
De adolescente, en tu pálida llamarada,
ardía hasta la noche, y era extraño
escuchar al viento y a los grillos solitarios.
Entonces, en la olvidada habitación
dormían mis padres, y mi hermano,
inmóvil, descansaba tras un muro delgado.
¿Dónde está ahora, luz roja?
No hablas, sin embargo iluminas; y suspira
el grillo en el silencio de los campos.
Y mi madre se peina al espejo
de una manera antigua como tu luz,
pensando en su hijo ya sin vida.
(Traducción; F.E. León)
El azar ha querido que coloque el poema aquí, soy supersticioso. Variación de un poema del 1-1-2011.
Arranca este lamento en la mañana
cuando el licor asoma
en poros y gemidos.
Lleva el mar el aullido que intentaba
expresar mi dolor
por haberte perdido.
Roma erguida
sobre siglos de pesares y ruinas
sobre divagaciones y sueños de profetas.
Roma en mi vida,
Roma en la memoria
que la noche siente
en esta callejuela
honda de los fracasos
que me entregó la poesía,
y una verdad amarga que me arrastra
por la arena al final de los caminos.
cuando el licor asoma
en poros y gemidos.
Lleva el mar el aullido que intentaba
expresar mi dolor
por haberte perdido.
Roma erguida
sobre siglos de pesares y ruinas
sobre divagaciones y sueños de profetas.
Roma en mi vida,
Roma en la memoria
que la noche siente
en esta callejuela
honda de los fracasos
que me entregó la poesía,
y una verdad amarga que me arrastra
por la arena al final de los caminos.
Traducción de Hugo Beccacece | ||||||||||||||
13 de Diciembre de 2012
He
comprobado, H., que el exceso de información no siempre es bueno en
poesía, no somos científicos ni debemos encorsetarnos con el rigor, el corazón se equivoca te dejo esta nueva entrega sin saber si el catolicismo de
Pasolini llegó hasta el final de su vida. Insisto en que me recuerda
mucho a Caravaggio por la sinceridad brutal con la que acometían sus
facetas artísticas y mezclaban la belleza más exquisita, incluso mórbida
cuando acometían temas religiosos y los dotaban de un atractivo
demasiado terrenal, con la fealdad y la decrepitud resultantes del paso
del tiempo y las dificultades extremas en la vida de algunas personas.
En el aspecto de la manera de proceder de un buen cristiano es el otro
Miguel Ángel, el Divino y eterno cabreado, quien le sirve de referente,
amaba la piedad como un impulso solidario, emotivo y, a ser posible,
anónimo que emana de las enseñanzas de Cristo, y sentía una repulsión
irreprimible hacia la caridad, no por ella misma en la que reconocía su
valor, sino por la consecuencia exhibicionista en que suele derivar para
lavar la conciencia y fortalecer la imagen de ciertos grupos humanos y
la falta de tacto de éstos hacia la dignidad humana de los
desfavorecidos con quienes la practican.
Te dejo unas estrofas del poema del que te hablé, para mí las mejores, aunque no sé si con ello quiero decir que sean buenas. La enseñanza que más ha perdurado en mí de Pasolini es que la calidad tiene unos parámetros que no todas las personas tienen capacidad para cumplir, y hay muchos que lo intentan, pero la sinceridad está al alcance de todos aquellos que sienten y muy pocos le rinden culto.
En la playa de Ostia o en Trieste, entre los tilos
o en cualquier campo abierto donde jueguen la noche y el deseo me llamará la muerte como lo suponía, marcado por los golpes del Calvario. En el rostro que el sol esculpía en bronce, en los ojos que me entregan creía ver las puertas que me abría un Ghiberti apasionado. ¡Señor, me abandonaste camino de la cruz y me dejaste en el mar oscuro de los pobres!
18 de Enero de 2013
Es un poema escrito en 1974, un año antes de su
muerte. Se trata de una versión de otro que había escrito veinte años
atrás. No, no murió en primavera. La excesiva sinceridad de Pasolini
siempre fue interpretada como una provocación, la aceptación de su
homosexualidad tanto desde el punto de vista del amor como del deseo y
darle un tratamiento poético convencional no podía sino crearle
problemas. La belleza es siempre la misma. Para mí "Tu infancia en
Menton" de Lorca es uno de los poemas de amor, o desamor si se quiere,
más hermosos de la lengua castellana.
El día de mi muerte
“Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, quedará solo; pero si muere dará mucho fruto.” Juan, 12.24 (Citado por Dostoievski) En una ciudad, Trieste o Udine, por una avenida de tilos, en primavera, cuando cambian de color las hojas… uno ha vivido, con la fuerza de un hombre joven, en el corazón del mundo, y les daba a los pocos hombres que conocía, todo. Después, por amor de los que eran jovencitos con el mechón en la frente, como él - hasta poco antes de que sobre su cabeza las estrellas cambiasen su luz – hubiera querido dar la vida por todo el mundo desconocido, él, desconocido, pequeño santo, semilla perdida en el campo. Y en cambio ha escrito poesías de santidad creyendo que así el corazón se engrandecía. los días pasaron en un trabajo que le ha arruinado la santidad del corazón: la semilla no ha muerto, y él ha quedado solo. (Traducción de Delfina Muschietti – Versión de 1974)
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El poema "Cercana a los ojos" me parece impresionante al igual que el de "Análisis tardío" y el tuyo de "Pasolini en el recuerdo" está a la altura de ambos. Ya sabes que eres el artífice de que yo descubriera a Pasolini en su faceta de poeta, y te lo agradezco infinitamente. Esta entrada tuya da para mucho, mucho que decir, vaya esto de momento, pero he de comentarte más impresiones.
ResponderEliminarEstoy muy contento con Pasolini en el recuerdo, pero lo estoy más con tu vuelta. Ya te hablaré a fondo sobre tu comentario, Beatriz. Estoy entre sorprendido y obnubilado por haber encontrado a alguien que me ha valorado como si fuera un grande y no esperaba la justa y algo estúpida correspondencia. Con premios de verdad los tengo y me pregunto a quienes ponen de jurado. En fin un laberinto que enreda hasta a los pocos amantes que tiene la poesía como ciertos. La última premiada en el sorteo me pide que le bese los pies o algo menos y no me da la gana.
EliminarUn abrazo.