sábado, 14 de noviembre de 2015

Un poema sin destino








"...Soy y no soy aquel que te ha esperado

en el parque desierto una mañana..."


José Emilio Pacheco.

El mundo se nos hunde y tu amor permanece,
los muelles, los estadios, las caricias, los rostros
 se agolpan a lo lejos,
se yerguen en un paisaje turbio e infranqueable
que se ha hecho extraño para aquellos ojos nuestros
que marcaron los pasos, las aceras, las palabras
en algún lugar arrinconado por la ausencia y el olvido,
los bares que conocimos han cerrado,
queda en el aire un regusto frío
que nos remite al miedo y a las sombras
 y el azul se oscurece como si hubiera muerto
un antiguo resplandor sobre la calle silenciosa,
un himno a la noche se apodera de los días
y agrieta los recuerdos,
ruge el levante y vuelve a  la playa sombría
del otoño que gime sobre un amor dormido,
pero sigues ahí,
tu corazón que lucha, el perfume de tu aliento,
la inquietud de tus manos en rebelión constante
contra una ciudad que no conoce tu elegancia,
que no siente tu calor,
que late con la frialdad de un pulso que se apaga
que nunca sabrá que te viví cuando eras un sueño,
en las calles, en los puentes, 
en un poema
sin destino derribado en uno de sus muros,
en una esperanza errante que se perdió en el agua.

2 comentarios:

  1. "Los bares que conocimos han cerrado..."
    Elegí este verso no porque sea el más lírico,el más intenso del poema.Lo elegí porque es,de acuerdo con mi forma de sentir la ausencia,el que mejor expresa el sentimiento del dolor por la pérdida de aquello que un día fue todo el universo para nosotros.El bar,el lugar donde reímos juntos,donde nos miramos intensamente el alma,donde fuimos felices...también ha muerto,igual que el amor,igual que aquel tiempo único e irrepetible,irrecuperable ya,imposible ya...

    Tu poesía,Enrique, me llega directa al corazón como pocas veces me ha llegado la poesía -creo que ya te lo dije alguna vez-y tal vez por eso la comprendo y la siento de una forma tan especial.Esto lo has escrito tú pero ya existía de alguna forma dentro de mí.

    Un placer encontrar poemas como este en una noche donde el calor no deja apenas espacio para el sueño en cualquiera de sus acepciones.

    Te mando un abrazo y mi deseo de que estés disfrutando a tope del verano.


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    1. La cita de José Emilio Pacheco, la encontré unos meses después de escribir el poema. Escribir buena poesía, está al alcance de unos pocos, a ti no puedo engañarte, y esos pocos no siempre escriben buena poesía, a veces aparecen tres versos en un poema que lo llenan de luz aunque los sentimientos del conjunto sean sombríos y decadentes, eso es lo que me ata emocionalmente al poeta mexicano, lo que me ha llevado a considerarlo mi último y gran descubrimiento.

      Tú estás entre esos pocos que puede hablar con la poesía, que puede comprender su tiranía en los días oscuros, la facilidad con la que se esconde en la tormenta, y has visto, entre una lluvia de flechas, la falta de gracia con la que se reta al arquero, en estos días, con palabras sin destino, ahora que la comunicación naufraga en el nuevo mar que nos contempla y nos domina con líneas mal separadas mientras la mayoría de la gente que escribe no sabe distinguir entre un faro abierto en la noche y una baliza perdida en la mañana.

      “Miseria de la poesía”

      Me pregunto qué puedo hacer contigo
      Ahora que han pasado tantos años,
      Cayeron los imperios,
      La creciente arrasó con los jardines,
      Se borraron las fotos
      Y en los sitios sagrados del amor
      Se levantan comercios y oficinas
      (Con nombres en inglés naturalmente).
      Me pregunto qué puedo hacer contigo
      Y hago un pseudo poema
      Que tú nunca leerás
      ―O si lo lees,
      En vez de una punzada de nostalgia,
      Provocará tu sonrisita crítica.

      José Emilio Pacheco.

      Sé que este poema, me refiero al mío, probablemente, no sea bueno y eso hace que tenga muy en cuenta que te hayas detenido en él y le hayas mostrado una sonrisa cálida, tierna y, me consta, que sincera. Casi nunca pienso en él y aquí me lo has traído, y me has hecho pensar en encuentros no muy lejanos que, quizás, no provocaron lo mejor de mí, pero son una parte tan mía como esas otras de las que me siento más satisfecho y seguro.

      No encontré la ironía de José Emilio Pacheco que siempre será recordada, ni, mucho menos, el sarcasmo sombrío de Philip Larkin, en este caso ni siquiera lo pretendía, por temperamento y pretensiones estoy más cerca del maestro mexicano.

      Gracias, Joaquín, tus comentarios son una puerta abierta a las confesiones más íntimas y buscadas. Tu calidad humana va de la mano de tus sueños legítimos y consolidados de poeta.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.