A
Carlos Martínez, aquellos días que pasamos juntos, si no tocamos la niñez,
fueron los más felices de mi vida, a pesar de las estrecheces y las tristezas.
Laura
pensaba que yo era un tipo estupendo, aunque actuaba como si no fuera así y se
me notara demasiado. No olvidaré nunca nuestras interminables charlas en el
Zodiac, con Fassbinder, Peckinpah y Welles, siempre Welles.
Esos días de licor que nos cantaban
fueron tan presurosos en nuestros labios
que tan sólo quedó un verso extraviado
recorriendo la noche de tu alma.
que tan sólo quedó un verso extraviado
recorriendo la noche de tu alma.
No volverá a moverse tu
cintura
con aquella elegancia que aún respira
en el latido amargo de mi entrega,
ni volverá el misterio de tus manos
traspasando el umbral de la locura
de esos días de licor que nos cantaban.
con aquella elegancia que aún respira
en el latido amargo de mi entrega,
ni volverá el misterio de tus manos
traspasando el umbral de la locura
de esos días de licor que nos cantaban.
La libertad no está, ni
tu te enmarcas
en el limpio paisaje del recuerdo
donde grita el azul y el amarillo muere,
donde lloran la brisa y la tarde
por un poeta oscuro colgado en el reflejo
del mundo de color al que aspiraba.
en el limpio paisaje del recuerdo
donde grita el azul y el amarillo muere,
donde lloran la brisa y la tarde
por un poeta oscuro colgado en el reflejo
del mundo de color al que aspiraba.
Te he recordado siempre
estrechando
esos días de licor contra mi pecho.
esos días de licor contra mi pecho.
( Abril 1997 - Publicado el 25/07/2015)
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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.